¿Has estado alguna vez en un castillo de verdad? De esos de los caballeros andantes, con torres de vigilancia, ventanas pequeñas, paredes gruesas. A veces tenían un puente levadizo que los hacía muy fuertes. En la Edad Media, en Inglaterra, Francia y Alemania, el castillo era un lugar seguro donde protegerse cuando atacaba el enemigo. La gente del pueblo corría tan rápido como podía para entrar al castillo. Y cuando todos estaban adentro, alguien levantaba el puente. Entonces todos los que estaban adentro estaban seguros.
En cierto sentido, Dios es como un castillo. La Biblia dice que Dios es nuestro refugio, nuestro lugar seguro. Dice lo siguiente: “Torre fuerte es el nombre de Jehová. A él correrá el justo, y será levantado”. Proverbios 18:10. Cuando ocurre algo que te pone triste o preocupado, puedes recurrir a Dios y estar a salvo. Los pensamientos de tristeza son como las flechas del enemigo. Pero no te pueden hacer daño, si pones tus pensamientos adentro del castillo seguro de Dios. Uno hace esto cuando recuerda que es el hijo de Él te quiere mucho y cuida de ti. Nunca te haría sentir triste o enfermo. Sólo te da lo bueno. Y protege el bien que te da.
A Vicente le encanta ir al castillo de Dios. En una ocasión le dolía mucho el oído, y supo que debía entrar en el castillo de Dios. Su mejor amigo Matías trató de consolarlo, pero no pudo. Vicente ya no quería jugar, entonces Matías se fue a su casa.
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