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Un proceso infalible

Del número de septiembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cualquiera que haya cambiado a un nuevo sistema de computación, sabe muy bien lo que significa comenzar con un proceso nuevo. Y uno se pregunta: “¿Por qué será que lo que antes era tan fácil, ahora se ha vuelto tan complicado? Estoy seguro de que tarde o temprano, me voy a acostumbrar al cambio”. No obstante, surgen preguntas importantes sobre el proceso en sí. ¿Qué constituye un mejor proceso? ¿Es acaso mejor, más simple, más rápido, más eficiente? ¿Estamos perdiendo más tiempo con el proceso que lo que éste nos sirve a nosotros?

No hay nada de malo en buscar una mejor manera de hacer las cosas. Hubo una época en que el mejor método de clasificar la correspondencia era a mano. Pero después, en muchos países, se comenzó a hacer mediante un proceso automático y esto revolucionó el correo. ¿Quién hubiera dicho, en aquella época, que décadas después surgiría el correo electrónico y sería común escribir, recibir y enviar un mensaje en segundos, en lugar de días?

La historia nos ha demostrado, una y otra vez, que lo que parecía ser el mejor proceso inventado por el hombre, mediante la inspiración o una diferente perspectiva, muy pronto resulta ser obsoleto. Esto quiere decir que es necesario mantener el pensamiento abierto.

Piense usted en el efecto que la oración, además de una perspectiva espiritual, pueden tener en un proceso. Recuerdo lo que hace un tiempo pasó cuando perdí mis llaves. Había ido a muchos lugares ese día, de manera que podía haberlas dejado en cualquier parte. Me puse a orar y me sentí guiado a ir directamente a un paraje por donde había caminado temprano en el día. Allí sobre el césped estaban mis llaves. No fue necesario que recordara todos los pasos que había dado ese día. Lo que mejor respondió a mi necesidad fue un proceso divino, que dejó a un lado el tiempo, el espacio, la complejidad, incluso el conocimiento humano. Con la oración, el pensamiento se abrió para percibir lo que Dios, la Mente que todo la sabe, estaba revelando sobre la actividad armoniosa de Su universo.

La Mente divina se revela a Sí misma por medio de la oración

Pequeñas instancias como ésta, revelan las grandes posibilidades que ofrece la oración para solucionar asuntos de mayor envergadura. Nos podríamos preguntar por ejemplo, para mantener la salud o recuperarnos de una enfermedad, ¿dependemos realmente de procesos fisiológicos? La mente humana se limita a un marco de referencia estrictamente físico, por lo cual considera que la salud es esencialmente una condición material, y la curación es el resultado de un complejo proceso material.

Sin embargo, Mary Baker Eddy llegó a una conclusión diametralmente opuesta. Descubrió que la Mente divina, Dios, gobierna y controla toda condición y función de nuestro verdadero ser. Por lo tanto, el aprender todo lo relacionado con los procesos materiales no proporciona la comprensión que uno necesita para poder gobernar el cuerpo y mantenerse sano.

Esto es lo que hace la oración inspirada, que expresa fe en Dios y en la relación que tiene el hombre con Dios. La oración eleva el pensamiento por encima de las restricciones que imponen los procesos materiales, hacia un estado de conciencia más espiritual, hacia la revelación de lo que es verdadero sobre nosotros como hijos de Dios. Esta comprensión espiritual trae armonía y curación a la mente y al cuerpo.

¿Acaso no sugiere esto que la revelación es vital en cualquier proceso, ya sea que uno tenga que crear software, o aprender a usarlo, organizar un proyecto, buscar las llaves que perdió, o lograr esa curación tan deseada? Cuando oramos, la Mente infinitamente inteligente nos revela los pensamientos que necesitamos para terminar con las limitaciones, eliminar los pasos innecesarios y obtener resultados. En resumen, el proceso divino redime los procesos inventados por la humanidad.

Con la perspectiva más elevada que nos proporciona la oración, sentimos el amor de Dios que nos guía y redime. Se nos revelan formas nuevas y revolucionarias de hacer las cosas. Esto confirma lo que Dios le dijo a un profeta del Antiguo Testamento acerca del proceso divino: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Isaías 55:9.


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Del 1-4 y del 15-18 de septiembre, transmitiremos por Internet la conferencia “Dios sabe” (God Knows), de Julio Rivas, en inglés y español.

Visite nuestra página:
http://www.tfccs.com/GV/TMC/Lectures.html

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