Este Mes, se celebrarán las primeras Olimpiadas del milenio, en Sydney, Australia. Organizadores y atletas de todo el mundo se han estado preparando para que estos juegos sean muy especiales. Esperan celebrar la llegada del milenio con lo mejor del deporte y con una buena organización.
La expectativa es tal, que se ha llegado a pensar que la gente terminará sintiéndose defraudada. Aunque nadie quiere que las cosas salgan mal, ¿qué podemos hacer si las cosas no salen como se planearon? ¿Acaso podemos disfrutar de este espectáculo sin sentirnos defraudados? Recuerdo que una vez asistí a unos Juegos Olímpicos donde hallé una respuesta muy útil.
Cuando comenzaron los juegos había muchos problemas. La cobertura periodística en mi país era tan negativa, que la mayoría de la gente, yo entre ellos, se sentía muy insatisfecha. Habíamos esperado con mucha ansiedad esta ocasión tan especial, y en cambio nos sentíamos amargados y tristes. Cuando comencé a sentirme así, supe que era hora de orar por mí y por la Olimpiada.
Al orar y ver las dificultades que los organizadores de los juegos estaban teniendo, encontré esta declaración de la Biblia: “...De la misericordia de Jehová está llena la tierra”. Salmo 33:5. Me sentí contenta por este mensaje tan alentador. Dios es bueno, y es la Mente infinita. Los pensamientos productivos provienen de Dios, y están al alcance de todos, en todas partes.
Siempre hay una respuesta, y todos podemos percibir esta respuesta porque somos los hijos e hijas espirituales de Dios. Había demostrado esto muchas veces en mi vida. Afirmé que bajo la guía de Dios, los organizadores percibirían cuál sería la mejor manera de resolver los problemas. Al comenzar a orar de este modo, comencé a sentirme mejor.
Esa noche asistí a una reunión de testimonios de una Iglesia de Cristo, Científico. Allí escuché las citas de la Biblia y de Ciencia y Salud que el Primer Lector había seleccionado específicamente teniendo en cuenta las Olimpiadas. Las citas hablaban de resistencia, valor, persistencia y cómo superar el temor. Destacaban las actividades que valen la pena realizar, y me recordó que necesitaba concentrarme en el bien que expresaban todos los que participaban en las Olimpiadas, en lugar de seguir pensando en las dificultades que enfrentaban.
Además, las ideas que escuché esa noche hicieron más que destacar el esfuerzo admirable de los atletas. Nos instaron a ser más que observadores, a participar mental y espiritualmente. ¿Acaso estábamos tratando realmente de expresar la misma sabiduría y valor? Si era así, nosotros también podíamos salir victoriosos. Podíamos vencer el temor, la duda, hasta la noción de que las lesiones o el dolor fueran inevitables. Me sentí inspirada, resuelta a mejorar mi propia vida.
Al día siguiente, continuaron las malas noticias. Entonces decidí orar sobre el cariz que los medios de comunicación le estaban dando a los problemas. Oré más o menos de la siguiente forma: “Querido Padre-Madre, sé que como Tú eres omnipotente, abundan las evidencias de Tu inteligencia y capacidad; ahora mismo, se están manifestando Tu habilidad y cooperación. Todos tienen la capacidad para buscar y encontrar el bien que se está expresando en este mismo momento”.
Cuando pensé que los noticiosos no habían encontrado nada que elogiar, razoné en son de broma que tal vez necesitaran una lupa. Pero entonces pensé que tal vez no fuera mala idea. Las cualidades de destreza, honestidad y trabajo de equipo siempre están presentes, y no son difíciles de encontrar. Pero necesitamos buscarlas y reconocerlas, especialmente cuando las cosas no parecen andar bien.
Es allí cuando es útil tener una lupa, que amplifica lo que estamos viendo. Cuando ponemos bajo la lupa una actividad valiosa, ¿qué vemos? La presencia y el poder de Dios amplificados, lo que es constructivo y útil con mayor detalle. Esto hace que nos sintamos confiados y felices. Por otro lado, si agrandamos los problemas, vemos menos del cuidado tierno y el control de Dios, y nos sentimos desalentados y llenos de dudas.
Si queremos que haya armonía en nuestra vida, debemos elegir con cuidado lo que agrandamos en nuestro pensamiento. ¿Vamos a agrandar la naturaleza positiva del bien, o la negatividad del mal? Es imposible agrandar los dos a la vez. De manera que si queremos disfrutar de las Olimpiadas y asegurarnos de que todo salga bien, es esencial que busquemos y agrandemos activamente el bien.
Esto fue justamente lo que hice. Al buscar cada evidencia de la bondad de Dios, ya no me sentí desalentada por los informes negativos de la prensa. Cuando los juegos entraron en su segunda semana, yo estaba disfrutando del gran espectáculo deportivo. Y ¿saben qué ocurrió? La organización de los Juegos mejoró, así como las noticias de la prensa.
Es importante “agrandar” las cosas desde el punto de vista espiritual. Las Escrituras mismas dicen: “Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre”. Salmo 34:3. Este llamado a la acción no sólo nos invita a reconocer la dedicación que muestran otras personas, con el fin de aclamar su habilidad y determinación, sino a tener el gusto de expresar estas cualidades nosotros también.
“La lente de la Ciencia aumenta el poder divino a la vista humana; y entonces vemos la supremacía del Espíritu y la nada de la materia”.Escritos Misceláneos, pág. 194. Pienso que somos testigos de la verdad que encierran las palabras de Mary Baker Eddy cada vez que se establece un nuevo récord mundial, cuando vemos que los atletas compiten en su tercera o cuarta Olimpiada, y cuando los jueces y funcionarios muestran precisión e imparcialidad.
Ahora que ha comenzado la cuenta regresiva para las Olimpiadas de Sydney, preparémonos para los juegos, dispuestos a discernir las cualidades divinas que Dios otorga, como la agilidad y gracia de los gimnastas, la fortaleza de los levantadores de pesas, la precisión de los jugadores de básquetbol, el ritmo de los remeros, y la previsión e inteligencia de los organizadores y funcionarios. Preparémonos para disfrutar del espectáculo y eliminar por completo la posibilidad de sentirnos defraudados.
No importa en qué parte del mundo vivamos, nuestras oraciones antes, durante y después de los juegos, contribuirán a que éste sea un acontecimiento memorable. Si comenzamos a aumentar ahora el bien que este tipo de ocasiones manifiesta, estaremos preparados para ver la manera en que los competidores y administradores de los juegos reflejan a Dios. Esto es lo que estoy haciendo, y el panorama es hermoso.