Una noche, cuando preparaba la cena, sentí un dolor muy fuerte en la cadera y comencé a tener dificultades para caminar. Al principio no le presté mucha atención. Estuve cojeando el resto de la noche, y cuando tuve que irme a acostar no había mejorado. Comencé a orar para ver que en realidad soy tan perfecta como Dios, porque soy Su imagen. Para tranquilizarme, canté himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana, hasta quedarme dormida.
A las tres de la mañana me desperté con mucho dolor. Le pedí a mi marido que llamara a un practicista de la Christian Science, quien estuvo de acuerdo en orar por mí, y luego muy pronto me quedé dormida. No obstante, a la mañana siguiente, no podía levantarme, cada movimiento me producía un dolor terrible.
El estudio de la Christian Science me ha enseñado la importancia de ser consecuente en mis pensamientos y acciones. Era obvio que, por un lado, no podía afirmar que era la idea perfecta e intacta de Dios, y por el otro, sentir lástima de mí misma, haciendo caso a las llamadas leyes materiales, que niegan las mismas verdades que yo estaba afirmando.
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