En momentos de tragedias y crisis internacionales, es necesario reconsiderar cuidadosamente la práctica de dar gracias, tanto por lo que es como por lo que no es.
Primero, expresar gratitud ante una situación grave no significa pretender ingenuamente que no está ocurriendo nada malo, y tampoco significa ser insensibles al sufrimiento de los que están en una situación peor que la nuestra.
Cuando personas y naciones se enfrentan al mal, la gratitud es el medio por el cual se comprometen, con más fuerza aún, con aquello que los impulsa hacia delante. De hecho, el Día de Acción de Gracias se originó debido a la gratitud que los Peregrinos sentían por el bien recibido tras un año de muerte y devastación.
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