En septiembre de 1987, Australia experimentó una desastrosa caída de la Bolsa de Valores, como consecuencia de la que hubo en Estados Unidos. Los analistas habían previsto problemas en el campo financiero, pero las personas que tenían acciones o que habían invertido en títulos y fondos de pensiones fueron tomadas por sorpresa, y se esfumaron enormes cantidades de dinero. Muchas personas fueron afectadas, entre ellas Meg y Barrie McCauley.
El año había empezado bien para ellos. Se habían comprometido para casarse y tenían planeado comprar su casa. No obstante, ellos habían pospuesto el “gran sueño australiano” de tener su casa propia, porque primero Meg iba a ir a los Estados Unidos para capacitarse como enfermera de la Christian Science. Y puesto que debían esperar varios años, Barrie había decidido invertir en acciones en la Bolsa de Valores una considerable cantidad de dinero que tenía para el anticipo, esperando obtener algunas ganancias adicionales mientras Meg estudiaba.
Para el momento de la partida, en abril, Meg había vendido la casa, pagado sus deudas y depositado en el banco una pequeña cantidad de dinero. Se despidió de Barrie y se fue a los Estados Unidos, donde estaría tres largos años.
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