Hace unos meses vi por primera vez una cigüeña de verdad. Ocurrió la tarde que llegué a Burg Hohenberg, una zona rural de Alemania. Estaba parada en el borde de un enorme nido, sobre la torre de un castillo. Parecía como estar vigilando no sólo su propio nido, sino todo el pueblo.
Como soy del noreste de los Estados Unidos, la única cigüeña que había visto era en un mosaico de cerámica que una amiga le había regalado a mi mamá cuando nací. Llevaba un envoltorio en su pico (supuestamente yo), y sobre el mismo había una lista de todas las estadísticas vitales de mi llegada: fecha de nacimiento, nombre, peso, etc. Cuando yo era chica, siempre que mamá la sacaba del cajón de la cocina para apoyar algo caliente, yo me preguntaba qué tenían que ver las cigüeñas con los bebés.
Cuando regresé a casa del viaje, al fin me enteré de cuál era la conexión. Me fijé en la enciclopedia y leí que, según la tradición, se dice que las cigueñas traen los bebés a la casa porque cuidan con mucho esmero de sus crías. Y la verdad es que las cigüeñas son respetadas en muchas partes del mundo.
Puesto que cuando estaba en Hohenberg no estaba al tanto de esto, me interesaba observar lo que hacía esta cigüeña “alemana” ese fin de semana que pasé en el pueblo. A cualquier hora del día, fuera de día o de noche, sin importar cómo estuviera el tiempo, siempre que miraba hacia arriba, allí estaba en su puesto cuidando lealmente de sus dos bebés. Una tarde, cuando su compañero llegó al nido, ella se fue a volar por un rato, y luego regresó para hacerse cargo nuevamente. Pero según observé, sus hijos nunca estuvieron solos o sin protección. Estuvieron siempre vigilados, alimentados y protegidos con mucho cuidado.
Para mí fue una imagen poderosa de la manera en que Dios cuida de mí y de cada uno de nosotros, como madre y padre. De hecho, la Biblia a menudo usa imágenes de las alas de un ave que describen la relación amorosa y protectora de Dios con nosotros. Por ejemplo, el Salmo 91 dice: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”.
Este número especial para jóvenes de El Heraldo de la Ciencia Cristiana 2003, contiene artículos de gente joven de todas partes del mundo que están aprendiendo a confiar y a permanecer “debajo de sus alas”.
Esperamos que disfrutes de este número.
Suzanne
teens@csps.com
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