Durante mis años en la escuela primaria y secundaria, no me lucí mucho en clase. Tuve que repetir 5º, 6º y 9º grados, y en dos ocasiones no aprobé los exámenes finales de mi segundo año de secundaria. Finalmente, al no aprobarlos por segunda vez en junio, me pidieron que me fuera de la escuela. Esto ocurrió durante el año escolar 1999-2000.
Fue entonces cuando comencé a estudiar Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, un libro que hacía poco un amigo le había regalado a mi padre, quien es musulmán. El libro cambió su vida profundamente.
En lo que a mí respecta, estudiar Ciencia y Salud me ayudó a comprender más claramente que fui creada a imagen y semejanza de Dios, y eso quería decir que no estaba limitada intelectualmente. En muchos lugares el libro pone énfasis en el hecho de que reflejamos el potencial infinito de Dios porque Él es Mente, y cada uno de nosotros tiene esta mente. Me di cuenta de que yo no necesitaba ser víctima de rótulos como “Su inteligencia es limitada”, “No tiene capacidad para asistir a la escuela” o “Ella nunca podrá salir bien en sus estudios”. Todo lo contrario.
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