Cuando estaba en la universidad, Storey Hieronymus Hauck descubrió que tenía talento para hacer joyas. Años después, tuvo la inspiración de empezar una línea de joyería llamada the joolz, una colección de piezas únicas en su tipo hechas de elementos de ferretería. Este año ella inauguró su propia boutique, Turtle, en Boston, donde expone ropa, joyas y accesorios de moda y no convencionales, hechos por diseñadores y artistas que están surgiendo actualmente alrededor del mundo. Como dice Storey, tuvo que orar mucho y ser muy persistente para llegar a este punto en su carrera, pero valió la pena el esfuerzo, y la verdad es que también ha sido... muy divertido. , colaboradora del Heraldo para jóvenes, hace poco entrevistó a Storey en su boutique.
¿Siempre te gustó hacer trabajos manuales?
Sí, recuerdo que hacía y juntaba cosas desde muy chica. Tenía una casa de muñecas y yo hacía los muebles para ella, y los vestidos para mis muñecas. También cosía. El proceso de crear algo siempre me interesó. Hay muchísima gente que crea cosas bellas de materiales que se encuentran en forma natural. Yo aprendí a hacerlo mediante la platería, pero también siempre me ha gustado el proceso de transformar cosas viejas en nuevas formas o ideas.
Me decidí a hacer mi joyería de piezas de ferretería, un día cuando estaba parada en una ferretería, mirando, y viendo todas esas formas y colores divertidos: arandelas color rosa y violeta, manijas rojas para grifos, llaves de patín plateadas. Y empecé a pensar de qué manera los objetos que se usaban para esto o lo otro se podían juntar para hacer algo totalmente diferente. Pensé: “Vaya, de esto se pueden hacer joyas geniales”.
Cuando creas tus joyas, ¿tienes una visión de la pieza antes de crearla, o se desarrolla mientras la creas?
Ésa es una buena pregunta. A veces juego con diferentes materiales y trato de combinar distintas formas. En otras ocasiones, me viene una idea, y la mantengo y trabajo con ella en mi pensamiento. Entonces, de pronto, la idea se va desarrollando y comienzo a hacer la pieza, y voy resolviendo los desafíos que presenta el diseño en ese momento. Con las piezas de ferretería, uno se tiene que preocupar por la manera de usarlas, cómo se apoyan las piezas en tu cuello o muñeca, o si son grandes o pesadas, y la manera en que se unen unas con otras. Yo uso un proceso de unión fría, que significa que no uso calor ni antorchas al conectar las partes. Las uno de la manera que se unirían naturalmente, como unir un tornillo con una tuerca, por ejemplo. Una de las últimas piezas que hice fue un collar con uniones eléctricas. Éstas se juntaban con un clic unas a otras, y las mantuve en su lugar con unas cuentas de plata. Me llevó trece horas hacerlo.
¿Qué fue lo que te dio la inspiración para ser artista?
No siempre me consideré artista. Había tomado algunas clases de arte, y tenía la idea de que para ser un artista uno tenía que dibujar bien. Terminé tomando algunas clases de dibujo en la universidad, y mejoré mucho, pero nunca pensé que podía dibujar bien. Sin embargo, descubrí que ser un artista, en su sentido más amplio, significa usar tus talentos para exhibir y expresar ideas hermosas y contemporáneas. Como “artista” uno, por lo general, necesita expresar estas ideas a través de un medio, de modo que cuando descubrí que tenía este talento natural para hacer cosas bonitas, y que podía aplicar a crear joyas, pude superar esa idea de que no era un artista.
Cuando estás en el proceso de hacer joyas, ¿te has sentido alguna vez limitada y sin inspiración?
Llegó un punto en el que me pareció que había agotado todas las posibilidades de conectar objetos. Pero siempre que hay limitaciones como ésta, me pongo firme y digo “¡No!” Puesto que Dios es ilimitado, las ideas que obtenemos de Él son ilimitadas. Entonces descubro formas nuevas o diferentes de hacer las cosas.
¿Qué efecto ha tenido la oración en tu negocio?
Pienso que el efecto más visible ha sido poder superar todo tipo de limitaciones. Cuando empecé a trabajar para dedicarme totalmente a hacer joyas, también estaba trabajando tiempo completo en una oficina, y comencé a sentir ese profundo deseo de ser creativa otra vez. Oré mucho para saber que se haría la voluntad de Dios y que como resultado surgiría una buena solución para mí y para todos. Con el tiempo, me liberé inesperadamente de mi trabajo y pude dedicarme al arte. Este año que pasó se presentó la oportunidad de tener la boutique como resultado de lo que había aprendido en el negocio de las joyas, y todo el proceso ha sido como atravesar otra pared de limitación para mí. Ahora estoy en un punto en el que puedo hacer mi joyería y tengo el lugar donde venderla. Y también tengo la oportunidad de trabajar con otros artistas, de apreciar su trabajo y divertirme al hacerlo.
Otro desafío que tuve que superar fue la preocupación de que crear joyas no era la cosa más noble que podía yo hacer, tal como es alimentar al hambriento, por ejemplo. No obstante, es el talento que tengo. La clave que me ayudó a ver que era importante no perderlo, fue la parábola de los talentos en la Biblia. La historia cuenta de un hombre que da a sus sirvientes diferentes talentos, que en ese caso era en realidad el nombre de una moneda. Pero a mí también me gusta pensar que son nuestros dones. A uno de ellos le da cinco talentos, a otro dos, y al tercero un talento. El sirviente con un talento tiene miedo y entierra su talento y no lo usa; y termina perdiéndolo. Mientras que los otros sirvientes invierten sus talentos y obtienen más.
Esta parábola me hizo ver que usar nuestros talentos es una manera de ampliarlos y perpetuar algo bueno. El enterrarlos, o no usarlos, es la manera más segura de perderlos, porque no pueden crecer. Se marchitan.
Me di cuenta de que aún si mi trabajo no era alimentar a los hambrientos, mi talento era algo muy propio de mi persona, y yo lo estaba usando para bendecir a los demás. Creo que eso es lo que ha resultado de esta boutique. Ha sido una manera de apoyar a otros artistas y diseñadores, y compartir con los demás los talentos naturales que tengo.
He notado que en tu negocio tienes muchas creaciones de diferentes diseñadores. ¿Cómo fue que los conociste?
Empecé a hacer presentaciones de joyas en Nueva York, y a asistir a exposiciones en todo el país, conociendo artistas que recién comenzaban, como yo. Así que, incluso antes de que yo supiera que iba a tener un negocio propio, empecé a juntar tarjetas comerciales de los artistas y diseñadores que me gustaban. Cuando empecé con mi negocio estaba aprendiendo a promover y vender mi trabajo, y fue realmente todo un desafío. Como yo había aprendido tanto y pasado por todo ese proceso, sentí que podía ayudar a otros artistas, no sólo con lo que había aprendido, sino con la creación de un negocio comunitario, una comunidad de diseñadores, artistas y clientes que tienen grandes ideas para compartir con los demás, y una inclinación natural para apoyar lo que es individual y bueno.
¿Cuáles son algunos de los desafíos que enfrentas como mujer de negocios?
Algunos han tenido mucho que ver con el miedo, el temor a no tener los recursos o el dinero para llevar adelante el negocio, miedo de no poder tener los productos en el momento justo, en el lugar correcto, o de no tener la combinación de cosas que la gente quiere comprar.
He tenido que darme cuenta a cada paso del camino, de que, así como una semilla tiene dentro de sí misma todo lo que necesita, mi negocio tiene todo lo que necesita para ser exitoso. Cuando uno piensa en la semilla de una naranja, uno puede ver el naranjo, con sus frutos. Y todo proviene de esa minúscula semilla, que tiene, en sí misma, todo lo que necesita para ser un árbol, ya antes de comenzar a crecer. Mi esposo y yo hemos aplicado esta idea a mi negocio.
Por ejemplo, había una semilla de algodón, y alguien tuvo la inspiración de plantarla. Luego otra persona tuvo la inspiración de transformarla en una tela, y fabricar algo que se pudiera usar para producir prendas. Luego los diseñadores han tenido maravillosas ideas sobre cómo usar esa tela. Entonces el pensar que puedo terminar en mi negocio con un producto o prenda que nadie quiera comprar es nuevamente una limitación. Y yo tengo que protestar y decir: “Bueno, esto es ridículo”. Si esa idea existió siempre, entonces continúa creciendo y progresando bajo la ley de Dios.
La belleza y gracia de las piezas que yo vendo son cosas que la gente quiere tener en su vida, cosas hacia las que la gente tiene una atracción natural. Así que pienso que cada pieza de mi negocio tiene dueño antes de que el dueño entre al local, porque siento que todo este proceso ha estado gobernado por Dios. Por lo tanto, nos incluye a todos. Me incluye a mí como propietaria, incluye a mis clientes y a mis diseñadores, incluye a toda la gente que está interesada en mi negocio. El proceso no se puede interrumpir de ninguna manera, porque lo que proviene de Dios sólo puede representar lo que es bueno. Eso me ha ayudado muchísimo. Es el fundamento espiritual sobre el cual mi esposo y yo hemos construido nuestro negocio.
He observado que este proceso de pensamiento tiene un efecto visible también. En varias ocasiones ha ocurrido que ha pasado el tiempo y una pieza en particular no se ha vendido. Después que la he tomado para mirarla y redescubierto lo que me encanta de ella y pensado en las cualidades que representa, se ha vendido al día siguiente.
¿Qué les aconsejarías a los jóvenes que quieren expresar su creatividad?
Que no tengan miedo de expresarla. Todos somos creativos de maneras diferentes. Recuerdo que cuando yo era adolescente había mucha presión para responder a ciertas ideas y ser parte de un grupo. Pero si puedes tener confianza y estar seguro de quién eres en realidad, y sabes que estás aquí para hacer el bien para el mundo, puedes conquistar ese temor y hacer algo maravilloso.