EMPECÉ a tocar el piano cuando tenía trece años, y en ese momento supe que quería dedicarme a componer música. Me hacía sentir una alegría que no había conocido antes. Cuando terminé el liceo, decidí estudiar en una universidad de Heidelberg donde capacitaban maestros, y estudiar música, además de francés e inglés.
Puesto que mi programa en la universidad no incluía lecciones de piano, hice arreglos para tomar clases privadas con una profesora y compositora profesional. Después de escucharme tocar, me sugirió que tratara de transferirme a una escuela de música especializada. Me dijo que ella me ayudaría a preparar el repertorio musical que tendría que tocar para la admisión. Aunque yo no había pensado seriamente en transferirme, comenzamos a trabajar en el repertorio.
Después, durante mi segundo semestre en Heidelberg, empecé a ver que el programa de estudios no profundizaba tanto en la música como yo deseaba, por tanto, no respondía a lo que estaba buscando. De modo que decidí dar el examen de ingreso a la Escuela de Música de Frankfurt, pero no estaba realmente segura si asistir a esa escuela era lo mejor.
Durante ese tiempo me sentí bombardeada por sentimientos de temor y duda. Todos los días tenía que enfrentar el miedo de tomar el camino equivocado y no tener éxito en la vida. Oré para conocer el lugar que Dios había determinado para mí. Dios es la Mente divina del universo y da a cada uno de Sus hijos su propio lugar, que nadie le puede quitar.
También le pedí a un practicista de la Christian Science que orara por mí, y me dio ideas inspiradoras que me ayudaron en mis oraciones. Y llegué a la siguiente conclusión: “El lugar que necesitas te necesita a ti”. Si ésta era la mejor escuela de música para mí, aprobaría el examen.
Después de nueve meses de intensa práctica, tiempo durante el cual también continué con mis cursos en la escuela, llegó el momento de la audición. Me presenté con la convicción de que Dios se expresa a Sí Mismo a través de mí.
La noche del segundo día después de la audición, me enteré de que había sido aceptada en la escuela. Y entonces supe que ése era el lugar correcto para mí. Estoy muy agradecida.
Frankfurt, Alemania
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