EMPECÉ a tocar el piano cuando tenía trece años, y en ese momento supe que quería dedicarme a componer música. Me hacía sentir una alegría que no había conocido antes. Cuando terminé el liceo, decidí estudiar en una universidad de Heidelberg donde capacitaban maestros, y estudiar música, además de francés e inglés.
Puesto que mi programa en la universidad no incluía lecciones de piano, hice arreglos para tomar clases privadas con una profesora y compositora profesional. Después de escucharme tocar, me sugirió que tratara de transferirme a una escuela de música especializada. Me dijo que ella me ayudaría a preparar el repertorio musical que tendría que tocar para la admisión. Aunque yo no había pensado seriamente en transferirme, comenzamos a trabajar en el repertorio.
Después, durante mi segundo semestre en Heidelberg, empecé a ver que el programa de estudios no profundizaba tanto en la música como yo deseaba, por tanto, no respondía a lo que estaba buscando. De modo que decidí dar el examen de ingreso a la Escuela de Música de Frankfurt, pero no estaba realmente segura si asistir a esa escuela era lo mejor.
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