AFINALES del verano pasado y mientras me encontraba disfrutando de unos días de descanso en una casa que tengo en el campo, estando recostado en un sofá, sentí de repente un agudo dolor en el pie que apoyaba sobre el suelo. No comprendía a qué se debía este malestar tan repentino y fuerte, pero inmediatamente empecé a decir en voz alta la declaración científica del ser, que se encuentra en el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 468).
Esta declaración comienza diciendo: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todoen-todo”.
Esto lo hice para encontrar inspiración para orar y luego de algunos minutos, la situación crítica se hizo más soportable. Estando ya más tranquilo, me di cuenta de que algo subía por mi cuerpo. Me levanté rápidamente y pisé una alimaña que se movía sobre el suelo; era un escorpión de gran tamaño. De pronto me vinieron a la memoria historias atemorizantes sobre estas criaturas y casi de inmediato empecé a sentir cómo una parte de mi cuerpo se hinchaba y empezaba a paralizarse. Yo sabía por experiencia que Dios es nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1), pero necesitaba elevar mis pensamientos para sentirme más cerca de Él y para percibir al hombre espiritual que yo expresaba y que me daba dominio sobre toda la tierra.
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