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Sana de picadura de escorpión

Del número de julio de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


AFINALES del verano pasado y mientras me encontraba disfrutando de unos días de descanso en una casa que tengo en el campo, estando recostado en un sofá, sentí de repente un agudo dolor en el pie que apoyaba sobre el suelo. No comprendía a qué se debía este malestar tan repentino y fuerte, pero inmediatamente empecé a decir en voz alta la declaración científica del ser, que se encuentra en el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 468).

Esta declaración comienza diciendo: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todoen-todo”.

Esto lo hice para encontrar inspiración para orar y luego de algunos minutos, la situación crítica se hizo más soportable. Estando ya más tranquilo, me di cuenta de que algo subía por mi cuerpo. Me levanté rápidamente y pisé una alimaña que se movía sobre el suelo; era un escorpión de gran tamaño. De pronto me vinieron a la memoria historias atemorizantes sobre estas criaturas y casi de inmediato empecé a sentir cómo una parte de mi cuerpo se hinchaba y empezaba a paralizarse. Yo sabía por experiencia que Dios es nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1), pero necesitaba elevar mis pensamientos para sentirme más cerca de Él y para percibir al hombre espiritual que yo expresaba y que me daba dominio sobre toda la tierra.

Las palabras de Cristo Jesús y sus promesas a sus seguidores estaban a mi alcance: “Y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño” (Marcos 16:18). Empecé a leer en Ciencia y Salud, en la página 14, donde dice exactamente: “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja. Si estáis sufriendo a causa de una creencia en la enfermedad, os encontraréis bien repentinamente”.

Esto me ayudó a no sentir tanto temor aunque la situación era bastante dramática para mí. Estaba solo en el campo, completamente aislado, pero estaban conmigo mis libros, la Biblia y Ciencia y Salud. De manera que empecé a leer en voz alta, como cuando un intérprete no siente inspiración y empieza a leer la partitura de un músico inspirado, y al cabo de un tiempo se aparta de la partitura y ya puede empezar por sí mismo la armonía. Después de leer un rato, empecé a sentir un poco de calma e inspiración; sentí la presencia de Dios muy fuertemente y cómo Sus ideas llegaban hasta mí. Pensé en las demostraciones del poder de Dios que había experimentado a través de los años. Fueron momentos de inspiración, difíciles de expresar, pero me di cuenta de que no estaba solo, que no había peligro, que la presencia del Amor me estaba abrazando. La situación física dolorosa desapareció por completo y después de algún tiempo, noté que la inflamación ya no estaba. Me levanté y pude moverme con absoluta normalidad.

Cuando le conté a mi hermana, que es doctora en bioquímica, lo que me había ocurrido, fue hasta el lugar inmediatamente a comprobar si lo que me había picado era un escorpión, y efectivamente lo era. Ella llamó a una amiga que tenemos en común, que es especialista en alergias y ésta le recomendó que me llevara urgentemente hasta el hospital más cercano, pero nada de eso fue necesario puesto que me encontraba en óptimas condiciones.


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