EN MEDIO ORIENTE, año 2002, judíos, cristianos y musulmanes, no parecen estar demasiado de acuerdo. No obstante, hay un hecho en el que sí coinciden: Abraham es considerado el padre de cada una de esas tradiciones religiosas y el fundador del monoteísmo. Él fue la primera persona en concebir la idea de un solo Dios, un Dios que está siempre presente, cuidando de nosotros, y en rechazar la adoración de ídolos y de muchos dioses. Como lo explica un estudio: “En el siglo XVIII A.C., en lo que es hoy el sur de Irak... un hombre llamado Abram, líder de una tribu nómada del desierto, se vio frente a frente con un concepto radicalmente nuevo de Dios. Este dios, a quien llamó Jahveh, hablaba con Abram, quien creyó instintivamente en las palabras de Jahveh y actuó de acuerdo con Sus órdenes”. The Reforming Power of the Sciptures, por Mary Trammell y William Dawley, pág. 5.
Tal vez la información más importante en este comentario, es que Abraham actuó instintivamente. A diferencia de Moisés quien vivió unos 500 años después, Abram, como se le llamaba entonces, no tuvo una zarza ardiente que lo convenciera de la autoridad de Dios. Tampoco escuchó una voz de trueno desde las nubes ni tuvo tablas de piedra para llevar a su familia como muestra del deseo divino de que Abram sirviera al Dios “invisible”, y de que lo sirviera abiertamente, con obediencia y sin reservas.
El gran ejemplo de Abraham, comenzando por su respuesta al “llamado” de irse con su familia y su casa dejando atrás todo lo que le era conocido, fue su obediencia de seguir la dirección de Dios, sin certeza alguna de cuál sería el resultado de esa obediencia.
El Génesis lo relata de la siguiente manera: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. Génesis 12:1. Y Abraham así lo hizo y Dios de premio le dio dos hijos. El momento crítico en las relaciones entre Dios y Abraham se produjo cuando se le pidió sacrificar a su hijo en la “tierra de Moriah”. Véase Génesis 22. Es en esta parte del relato que siglos de historias e interpretaciones, junto con importantes reconstrucciones, realizadas por las tres religiones, conspiran para hacer de Abraham un hombre de inquebrantable resolución, una figura de tremenda complejidad que dejó un asombroso legado de enfrentamientos entre hermanos.
La tierra que dio nacimiento al monoteísmo es el Irak actual. En su más reciente libro: Abraham: Un viaje al corazón de tres religiones,Abraham: A Journey to the Heart of Three Faiths, William Morrow and Company, 2002, pág. 10. Bruce Feiler describe la región y su importancia: “Todo el alcance de la historia del Cercano Oriente se vivió en la angosta franja de tierra fecunda llamada el Cuarto Creciente de Tierras Fértiles. La parte alta de esta tierra fue la Mesopotamia, (el Irak moderno), la tierra entre el Tigris y el Éufrates, que incluía los imperios de Sumeria, Babilonia y Asiria. La parte más baja era Egipto y la civilización de los faraones establecida a orillas del Nilo... La franja central del Cuarto Creciente de Tierras Fértiles, constituida hoy por el Líbano, Siria, Israel y los Territorios Palestinos, era el corazón estratégico de la región, y ambas partes se esforzaban por controlarlo...
“La historia de Abraham, tal como aparece en el Génesis, personifica muy de cerca esa batalla. Es la historia de la lucha por el control de la Tierra Prometida, una batalla generacional en la cuna de la fertilidad”. Ibid., págs. 60-61.
Los eruditos de las tres religiones concuerdan en que Abraham tuvo dos hijos. (Mucho después de la muerte de Sarah, su mujer, Abraham volvió a casarse y tuvo seis hijos más, pero los dos mayores fueron los personajes centrales en el drama de esta cambiante y tumultuosa familia.) El primer hijo, Ismael, fue concebido por Agar, una esclava. Más tarde, cuando Sarah tenía noventa años, dio a luz a Isaac. Abraham tenía cien años. A causa de que Sarah estaba celosa de Ismael y Agar, convenció a Abraham de que los enviara al desierto, y así lo hizo. De este modo comenzó la división entre los hijos de Abraham, división que continúa hasta la fecha.
Cristianos, judíos y musulmanes, como los hermanos en todas las familias, tienen cosas en común que los unen para siempre. Además de compartir el mismo linaje, cada religión pretende poseer la mayor parte del amor de Abraham. Pero al reclamar la preferencia en el corazón de su padre, excluyen a los otros hermanos del amor que el patriarca tenía por todos sus hijos. Este exclusivismo, que encontró lugar en los tres credos a los que dio origen Abraham, surge a causa de los cientos de interpretaciones de los hechos bíblicos, algunos de los cuales estas religiones comparten.
De acuerdo con las enseñanzas de cada fe, el significado de la misión de Abraham varía con el enfoque que le da cada una. Por ejemplo, mientras que el judaísmo y el cristianismo concuerdan en que el joven ofrecido en sacrificio era Isaac (el segundo hijo de Abraham), los musulmanes creen que las Escrituras indican que era Ismael, el hijo de Agar, el “favorecido, el hijo más amado”, quien fue llevado a Moriah para ser sacrificado, no para ser “atado”, como describen las Escrituras hebreas, sino para ser “ofrecido”, como lo enseña el Corán, en el que el mismo Ismael ayuda a ofrecerse a sí mismo en sacrificio. Cada interpretación enseña el énfasis diferente que las religiones individuales ponen en la relación de Abraham con Dios, y de ahí su importancia para sus descendientes.
La familia de este padre de naciones era nómada, costumbre que muchas tribus conservan hoy en día.
Hoy, mientras los actuales cristianos, judíos y musulmanes luchan con difíciles cuestionamientos acerca de esta región, sobre cuáles son las acciones correctas que deberían tomar (o no tomar), y tratan de discernir quiénes son los enemigos y quiénes los aliados, Abraham adquiere un rol aún más preponderante como personaje unificador. Actualmente enfrentamos una situación mundial agobiada por la confusión, el temor y una ignorancia acerca de nuestros hermanos y hermanas de países lejanos, que data de siglos. Y esto se da en las tres religiones. Así como los informes de injusticia y resentimiento de los musulmanes conmocionaron a los estadounidenses luego del 11 de septiembre, los ciudadanos de las naciones islámicas están aprendiendo que los norteamericanos son algo más que la caricatura estereotipada de un pueblo consumista, enajenado y falto de religión.
La violencia en el Medio Oriente puede llevar a creer que la resolución armoniosa entre cristianos, judíos y musulmanes no es posible. Sin embargo, de acuerdo con las palabras de Ayman Omar, un musulmán nacido en Egipto que vive en los Estados Unidos: “La lucha en el Medio Oriente es entre israelíes y palestinos. Estas son identidades políticas que libran una contienda política. Pero la lucha no es entre musulmanes y judíos”.
Ayman explica: “La palabra Islam, significa someter tu ser por completo a Dios, vivir Su voluntad. Islam proviene de la palabra paz, o sea estar en paz con Dios. Es cierto que algunos musulmanes cometen actos de violencia, pero no porque sean musulmanes. Puede que sea porque creen que se cometió una injusticia y quieran venganza, o porque son engañados. Pero eso no es el Islam”.
Bruce Feiler dice de la importancia de Abraham en esta época de agitación mundial: “A pesar de las innumerables revoluciones en la historia de las ideas, Abraham sigue siendo una figura determinante para la mitad de los creyentes en el mundo”.4 Quizás dé mucha esperanza el hecho de que un número tan asombroso de hermanos espirituales compartan un legado común. Debido al lugar de importancia que ocupa Abraham en cada una de sus religiones, los millones de descendientes de Isaac e Ismael, pueden aprender del amor, humildad y obediencia de Abraham, y ésta puede ser la base para dejar a un lado la ignorancia sobre los demás y encontrar solución a sus conflictos.
Tres religiones y un solo Dios, que es Amor y es Todo.
como manifestara Ayman Omar, quien ha estado casado desde 1978 con una devota cristiana: “Si nos damos cuenta de que todos estamos orando a un único Dios, podemos dejar de lado los prejuicios y vivir en paz”. Su esposa Susan estuvo de acuerdo cuando dijo: “Yo oro a diario por todas las madres, aquí, en el Medio Oriente y en todas partes. Están rodeadas por el Amor de Madre, otro nombre para Dios, y mi oración es para ellas y para todos los niños, en todos los países, en todo el mundo. A menudo pienso en esta declaración del libro de Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: ‘Si estás revestido de la panoplia del Amor, el odio humano no puede tocarte. El cemento de una humanidad más elevada unirá todos los intereses en la divinidad única’.Ciencia y Salud, pág. 571. Y recuerdo que todos estamos bajo esa única divinidad”.
Esa unidad es como un principio para las tres religiones: Un solo Dios, no existe otro. Y mientras judíos y cristianos comparten las Escrituras Hebreas, también los musulmanes, la otra línea de los tres hermanos, comparten las verdades idénticas acerca de la naturaleza de Dios. Un solo Dios, el único Dios.
Karim Ajania, que se convirtió al cristianismo pero creció y fue educado como musulmán, comenta: “El común denominador más evidente entre el Islam y el cristianismo, es que Dios es Amor y que Dios es todo. El lenguaje humano es a menudo ineficaz cuando se trata de describir ese común denominador. Sin embargo, la experiencia de asistir a una mezquita musulmana, para mí fue precisamente la misma que la de asistir a una iglesia cristiana. En ambos lados se expresaba Amor de una manera práctica y real. La gente cuidaba de los demás y de su comunidad”.
Le preguntamos a Karim si el estudio del cristianismo lo ayuda a ver la universalidad que hay entre las enseñanzas de ambas religiones. “Sí. En realidad, mis maestros del Corán en la mezquita me enseñaron primero el cristianismo cuando era niño”, nos contó. “Mis maestros eran minuciosos y respetuosos al enseñarme las raíces de Abraham en el islam y el cristianismo. Y prestaron mucha atención a las ideas universales de Jesús y Mahoma, ideas tales como la igualdad”.
¿Cree Karim, entonces, que podemos encontrar una manera de resolver las diferencias entre el islam, el cristianismo y el judaísmo? “Entre esas tres religiones, las diferencias ya se han resuelto”, dijo. “Cualquiera que conozca a un musulmán, un cristiano o un judío practicante, reconoce que eso es verdad. Yo no creo que el amor universal que esas tres religiones manifiestan necesite una ’resolución’.
“Por ejemplo, yo fui criado en el islamismo. Mi esposa Daphne, es judía, y el abuelo de mi suegra era rabino.
“La familia de mi esposa tiene una agencia de viajes en Israel, y tenemos muchos judíos practicantes en la familia, algunos en Israel y otros en Holanda (donde mi suegra se ocultó de los alemanes durante la guerra y encontró la fe en las Escrituras hebreas). Todos son muy afectuosos. Nosotros somos cristianos, pero celebramos Hannuka y Navidad para incluir a la parte judía de la familia. Así que sé muy bien que lo que he dicho es verdad.
“Pero veo que hay una tremenda necesidad de tener un mejor entendimiento cultural primordialmente entre los países cristianos e islámicos. Y siento que ese entendimiento se debe cultivar con urgencia. Que los jóvenes aprendan que Irak fue la cuna de la civilización o que los persas contribuyeron con grandes adelantos en matemáticas y en ciencias, ayuda a evitar estereotipos culturales”.
Quizás el lugar para que comience esta reconciliación, esté dentro de nuestro propio pensamiento. Barbara Brown Taylor, quien enseña en la Universidad de Piedmont y en el Seminario Teológico de Columbia, hizo hincapié en este tema en un artículo reciente. Al hablar del cambio de conciencia que experimentó luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre, ella escribió: “Para mí este cambio se ha concentrado en una frase que una vez usé sin pensar. Aparecía en forma regular en mis sermones y en mis conferencias... La frase es ’tradición judeocristiana’, y ya no la puedo volver a usar.
“Aun antes del 11 de septiembre, yo sabía que había problemas con ella. La continuidad entre ’judeo’ y ’cristiana’ es un reconocimiento cristiano, no judío... Cualquiera que desee argumentar a favor de ese guión que conecta a ambas basándose en que comparten ancestros y escritos bíblicos, llega rápidamente a preguntarse lo que pocos nos hemos preguntado hasta ahora: ¿Dónde está el segundo guión, el que conecta a los dos primeros con la rama musulmana de esas tradiciones?
“Muchos de los que exploramos la relación que hay entre nosotros, hemos decidido abandonar esos guiones por completo. Hablamos, en cambio, de la tradición de Abraham. Y si bien descubrimos que lo que nos divide es casi tanto como lo que nos une, nosotros... creemos que la paz en la tierra depende de nuestro compromiso, y de nuestra fe en el único Dios, quien nos ha dado a todos la misma visión de todo un mundo renovado”.Christian Century, 11-24 de septiembre de 2002.
Para los hijos de Abraham, los descendientes de Isaac e Ismael, ha llegado la hora de la reconciliación. Las antiguas rivalidades fraternales, el engaño para obtener el amor del patriarca, las demandas por una parte más justa de la herencia, tanto de tierra como de ideología, tienen que comenzar a desaparecer.
Tanto las Escrituras hebreas como el Corán enseñan que cuando Abraham murió, sus dos hijos mayores, Isaac e Ismael, se reunieron para sepultar a su padre. Nada se sabe de la conversación que tuvo lugar en ese momento, ni del fin de la disputa entre los hermanos. Pero ahora tenemos la oportunidad de escribir ese capítulo, de encontrar lo que tenemos en común y de aceptar con amor nuestras diferencias, dejando así nuestro propio legado para el nuevo siglo: la curación final de los hijos de Abraham.