UNA NOCHE, como a las 3 de la madrugada, desperté con mucho dolor en un tobillo. No podía recordar si me había caído o me había golpeado. Cuando quise ponerme de pie, no pude apoyar ese pie y cuando intenté andar, tuve que caminar cojeando.
He aprendido que es importante ver las cosas desde un punto de vista espiritual. Así que procuré, con bastante esfuerzo de mi parte, reconocer que no existen accidentes en el reino de Dios, porque todos estamos bajo el control de la Mente divina, donde no hay desarmonía ni dolor. Mi manera de orar es reconocer que hay un único Creador, Dios, que es perfecto y bueno. Tuve que orar bastante y por mucho tiempo pero sabía que, si uno es persistente, siempre vence. Al final pude volver a dormir.
Por la mañana decidí levantarme y hacer mi vida normal aunque aún tenía algo de dolor. Al principio estaba un poco incómoda, pero la verdad es que ya casi no me dolía. Entonces pude hacer mi vida habitual, hice los recados durante la mañana, y por la tarde fui a la casa de mi hija y estuve jugando y paseando con mis nietos. Todo estaba completamente normal. Incluso me vino un pensamiento que me causó gracia, era como si todo lo de la noche anterior hubiera sido un sueño.
Creo que gran parte de la curación se debió a la gratitud que sentía. Di muchas gracias a Dios por esta pequeña muestra de su protección. He tenido muchas experiencias y cada una de ellas es como un ladrillo con el que voy construyendo el futuro, mi progreso, y que me da consuelo y confianza para seguir, y saber cómo enfrentar las situaciones.
Cuando me sucede algo así, tengo muy claro que hay que enfrentarlo con autoridad. No debo acobardarme, tengo que tomar el mando e inmediatamente rechazar y denunciar al error, ya sea en forma de problemas económicos, relaciones humanas o enfermedades. Como lo haría un abogado que sabe que es injusto que se acuse a una persona de un delito que no ha cometido.
Hubo una cita que me ayudó especialmente durante esta experiencia, es de Ciencia y Salud y dice así: Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de eso, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre” (pág. 393).
Esto significa mucho para mí, porque sé que tengo la capacidad y el poder que me dio Dios y es por esa razón que fui capaz de resistir el dolor que yo sabía que no procedía del Creador. Esta cita tiene mucha fuerza espiritual.
Sé que Dios me protege a mí y a mis hijos siempre y esto me da una gran tranquilidad y una paz increíbles.
Madrid, España