Este Salmo contiene más verdades teológicas y patológicas que ningún otro conjunto del mismo número de palabras en el lenguaje humano, con excepción del Sermón del Monte del gran Maestro de Galilea y de la colina. — Mary Baker Eddy
DURANTE la Segunda Guerra Mundial, yo era apenas una criatura, no obstante, una de las primeras cosas que recuerdo era lo que hacían mis padres para apoyar el trabajo que realizaba mi papá como Ministro de la Christian Science en tiempo de guerra en el Fuerte Knox, y en otras dos bases en Kentucky. Si bien él era civil, trabajaba junto con los capellanes del ejército, impartiendo su ministerio a hombres y mujeres de todas las religiones. Recorría el hospital para ver a los heridos, celebraba servicios religiosos en las bases, y conversaba con los soldados que estaban por ser enviados al exterior.
Y luego estaban las reuniones que se hacían en casa los domingos por la tarde, cuando mis padres invitaban a almorzar a 10 ó 15 hombres y mujeres del ejército. A esta gente le encantaba estar por unas horas en un verdadero hogar, los últimos días antes de que los embarcaran. Absorber la atmósfera, comer pollo frito, sostener una niña pequeña en sus regazos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!