Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La oración lo ayuda a superar el temor

Del número de julio de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


HACE un par de años, decidí ir a vivir a Heidelberg, Alemania, donde estaba estudiando mi novia. Pensaba que era una gran oportunidad para mí poder pasar un año en un país extranjero. Como estoy cursando mi último año en la Universidad de Milán, donde estudio Ciencias de la Educación, no pude participar en el programa de intercambio para estudiar en otra universidad. No obstante, como el año anterior había ahorrado algo de dinero, decidí quedarme en Heidelberg varios meses.

Primero fui de vacaciones en agosto, para buscar un lugar donde vivir. Encontré todo tipo de lugares. Algunos no eran muy buenos, otros quedaban muy lejos de la casa de mi novia y del centro. Y todos eran muy caros. Luego encontré un cuarto en un lugar lindo de la ciudad, pero era muy pequeño y pedían casi el doble de lo que yo tenía planeado gastar. Regresé a Milán sin encontrar el lugar que estaba buscando.

Volví a Heidelberg en octubre. Al principio me quedé con mi novia, pero su espacio en la casa de estudiantes no es tan grande, y yo no podía vivir allí. Iba todos los días a una oficina donde los estudiantes pueden buscar un lugar donde vivir. Pero después de dos semanas me sentí desalentado. Así que empecé a pensar en Dios y en que Su plan siempre es el mejor. Pensé que Él tendría el mejor lugar para mí. Entonces un día, cuando estaba andando en bicicleta, pasé exactamente por el cuarto que había visto en agosto y que sentía que era demasiado caro y demasiado pequeño. Pensé que tendría que tomarlo de todos modos. En ese momento me di cuenta de que el problema era que tenía miedo de muchas cosas; de vivir en un país extranjero, de no poder comprender el idioma, de no tener suficiente dinero para vivir, de que no me fuera bien y no poder terminar la universidad a tiempo, muchas cosas. Y todo era por el temor que sentía. Al sentirme de esa forma me resultaba imposible expresar las cualidades divinas como hijo de Dios.

De manera que recurrí a dos pasajes de Ciencia y Salud que me habían ayudado antes, cuando tuve otra curación, y ambos eran sobre el temor. Uno de ellos dice así: “Es como caminar en la oscuridad al borde de un precipicio. No podéis olvidar la creencia de peligro, y vuestros pasos son menos firmes debido a vuestro temor” (pág. 374). Y también vi claramente que uno tiene que cambiar la manera de pensar. Y leí en la página 125: “A medida que el pensamiento humano cambie... del temor a la esperanza y de la fe a la comprensión”. De modo que pensé en todo esto y comprendí que no había nada de qué temer. Sentí el amor de Dios a mi alrededor. Y fue increíble porque cuando cambié mi pensamiento todo se resolvió.

Esa tarde una amiga de mi novia me llamó para decirme que había un cuarto disponible. Llamamos al dueño para verla y terminó siendo el cuarto más barato que había encontrado. Era grande y quedaba cerca del centro y tenía una gran vista de la ciudad. Después de eso conseguí un trabajo y comencé a aprender alemán.

En otra ocasión, tuve una experiencia que me demostró que Dios, como la Verdad infinita, está siempre conmigo. A mí me gusta mucho jugar deportes, como tenis y fútbol. Un día empecé a tener un dolor muy fuerte en una pierna y en la espalda. Pero empecé a declarar que mi relación con Dios es permanente porque es verdadera, y el dolor desapareció casi de inmediato. Sin embargo, una semana después, estaba jugando fútbol y tuve el mismo problema. Así que empecé a pensar y a aceptar que esto podía pasarme cada vez que jugara ese deporte, y el dolor regresó más a menudo. También comencé a sentirme mareado cada vez que estaba sentado.

Muy pronto tenía dolores cuando estaba en la escuela o en la iglesia. El dolor empezaba siempre que tenía que estar sentado por un rato largo en la misma posición. Y un amigo mío que está estudiando medicina, me dijo que conocía a una persona joven que tenía el mismo problema con el nervio ciático. Me dijo que era algo muy peligroso y muy difícil de curar. Y yo incluso empecé a darle nombre a ese dolor, aunque me esforzaba por no pensar en él. Sin embargo, como acababa de tomar Instrucción en Clase en la Christian Science, pensé que era el mejor momento para poner en práctica lo que había aprendido.

Encontré dos cosas en particular que me ayudaron mucho. Una es un pasaje en Ciencia y Salud que dice: "El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). Y la otra era la definición de hombre en el capítulo de Recapitulación, en la pág. 475, donde Mary Baker Eddy nos recuerda que el hombre no está formado por cerebro, sangre, huesos, ni otras cosas materiales, como el nervio ciático; sino que el hombre “no tiene ni una sola cualidad que no derive de la Deidad”. También continué orando. Y después de unos días el dolor desapareció. Ahora no recuerdo cuál fue la pierna que me dolía.

Estoy muy contento y muy agradecido a Mary Baker Eddy por sus enseñanzas.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 2003

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.