NO ME mal interprete. Yo realmente no soy partidario del militarismo. Por lo menos, no en el sentido convencional. No obstante, estoy convencido de que hay un tipo de guerra que puede tener un propósito útil.
Cualquiera que haya leído aunque tan sólo sea un poco de historia, puede decir que las guerras han sido siempre absolutamente indeseables. Puede ser terrible lo que las personas son capaces de hacerse unas a otras a causa de injusticias y males, ya sean imaginados o reales.
Hay gente que asegura que las batallas en la actualidad no tienen que ser necesariamente como las sangrientas confrontaciones del pasado. En la guerra moderna, “los ataques quirúrgicos” pueden ser tan precisos que permiten destruir un objetivo casi sin producir víctimas. Además, con el desarrollo actual de robots que pueden entrar y registrar cuevas, quizás algún día las guerras se realicen con tropas de máquinas mientras los seres humanos están a salvo, sentados frente a paneles de control manipulando botones, algo semejante a un juego de Nintendo. Pero ni siquiera ese tipo de guerra podría ser constructiva.
La Biblia registra algunas épocas de guerras muy hostiles; no obstante, también señala el tipo de enfrentamiento que puede ser constructivo y conducir al progreso. San Pablo describió un mundo de combate totalmente diferente cuando dijo lo siguiente: “La batalla que peleamos es en el plano espiritual. Las armas que usamos no son humanas, sino poderosas en Dios para destruir las fortalezas del enemigo. Nuestra batalla tiene el propósito de destruir todo argumento engañoso y toda defensa impuesta que los hombres erigen contra el verdadero conocimiento de Dios. Combatimos para poner cautivo todo pensamiento hasta que se reconozca la autoridad del Cristo” (paráfrasis de 2° Corintios 10:4, 5).
El enemigo que realmente hay que derrotar y destruir es una forma del pensamiento, tal como el odio, la envidia, el temor y la ignorancia. Toda guerra cuyo fin es matar gente, apoderarse de territorio, aumentar el poder y oprimir, sembrará la semilla de futuros conflictos. Mientras que una guerra contra el pensamiento maligno, desarraigará los mismos elementos que siempre han derivado en tantas y continuas masacres en el mundo.
Pero, ¿es realista todo esto? ¿Acaso es práctico creer que librar este tipo de “guerra espiritual” a nivel personal pueda realmente reemplazar la muerte y la destrucción de los enfrentamientos bélicos en todo el mundo? Alguien podría fácilmente argumentar que a lo largo de la historia aun los mejores esfuerzos de las mentes más brillantes del mundo h a n tenido muy poco éxito para prevenir guerras. El actual conflicto del Medio Oriente es un caso típico.
No soy ningún ingenuo en cuanto a lo que parece tan imposible de resolver, y tampoco creo que las guerras pueden cesar de inmediato, ni que los países no necesiten tener una defensa militar. No obstante, pienso que la humanidad finalmente descubrirá este tipo de guerra totalmente diferente y constructiva. Estoy seguro de que este descubrimiento irá en aumento y que con ello los conflictos bélicos disminuirán.
Toda contienda comienza entre individuos. Así que para llegar a la raíz del problema, la guerra auténtica y útil tendrá que ser mucho más personal que las batallas entre pueblos que están asustados o enojados. La lucha entre el bien y el mal tendrá que librarse en la puerta misma de nuestro pensamiento. No se trata tanto de la otra persona; e n última instancia es una guerra con nosotros mismos. La verdadera guerra es la forma en que cada individuo enfrenta sus propios pensamientos negativos.
Es una lucha que usted y yo podemos entablar hoy mismo. Y orar para que cada individuo con el tiempo sienta el deseo y se esfuerce por tener el valor de pelear este tipo de guerra. No obstante, tarde o temprano, cada uno de nosotros deberá librar la batalla personal que derrota los pensamientos errados dentro mismo de nuestra propia conciencia. Este ataque al mal es esencial si realmente queremos que el mundo cambie y tenga un “conflicto” constructivo. Mary Baker Eddy escribió lo siguiente: “Tened buen ánimo; la lucha con uno mismo es grandiosa; nos da bastante empleo, y el Principio divino obra con nosotros — y la obediencia corona el esfuerzo persistente con la victoria eterna”.Escritos Misceláneos, pág. 118.
Si bien puede que usted piense que es una persona en pro de la paz, éste es el momento de prepararse para la guerra. Si está dispuesto a mantener una lucha vigorosa y persistente con los pensamientos que no provienen de Dios, ayudará a que la balanza se incline hacia el lado opuesto de aquél donde ponen su peso los individuos que adoptan decisiones sobre la otra clase de guerra, la que merece ser superada.