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¿A quién y para qué orar?

Del número de agosto de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante miles de años, la gente se ha preguntado cómo responde Dios a la oración. Para encontrar respuesta a esa pregunta tenemos que conocer en cierta medida la naturaleza de Dios y comprender la forma en que Él nos conoce.

Si Dios fuera una especie de Santa Claus, entonces respondería a la oración mediante regalos: dinero, ropa, juguetes. Si fuera un genio mágico, podríamos esperar además de ese tipo de obsequios, fama, salud, amigos perfectos, felicidad. Por el contrario, si Dios fuera un personaje irascible con una larga barba sentado en un trono en las nubes, podríamos esperar ser recompensados o castigados de acuerdo con la forma que tuviera nuestra oración. (¡Bien podríamos temblar ante un dios así!) Y si Dios fuera una especie de Zeus que viviera muy lejos, en la cima de una montaña inaccesible, oraríamos con muy poca esperanza de que nuestras oraciones fueran escuchadas.

Sin embargo, mucha gente en todas partes del mundo siente que sus oraciones son respondidas. Muchas personas dicen que son respondidas con regularidad y que saben que Dios es el Ser Supremo, la inteligencia omnipotente. ¿Qué implica tener este concepto de Dios?

Significa concebir a Dios de una forma que contrasta notablemente con la noción de que es un ser finito que se encuentra en un lugar determinado. Para poder estar presente en todas partes, Dios, el Espíritu, tiene que ser incorpóreo. Las reglas de las matemáticas, por ejemplo, están siempre presentes y no son físicas. Obviamente, Dios es mucho más que una serie de reglas frías e indiferentes.

El hecho es que Dios es afectuoso, espiritual y está siempre presente. Éste es el tipo de Dios al que se refiere la Biblia y Lo define diciendo “Dios es Amor”. Y en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras Mary Baker Eddy a menudo utiliza la expresión Amor divino para referirse a Dios. He aquí un ejemplo: “No está bien imaginarse que Jesús demostró el poder divino sanador sólo en beneficio de un número selecto o de un tiempo limitado, puesto que a la humanidad entera y a toda hora el Amor divino suministra todo el bien”.Ciencia y Salud, pág. 494.

Quizás usted se pregunte cómo es que Dios “suministra todo el bien”. La respuesta es sencilla, “simplemente siendo Dios”. El Amor se expresa a sí mismo simplemente siendo Amor, Individualmente, usted y yo somos la expresión del Amor, Su creación. Dios nos da “todo el bien” al crearnos con una identidad espiritual permanente, que expresa Su naturaleza. “El hombre es la expresión del ser de Dios”, leemos en la misma obra. Ibid., pág. 470.

Reconocer que Dios es Amor divino es reconocer que nuestro creador no es físico. No sería lógico pensar que la creación, o expresión, del Amor, pudiera ser física o mortal. ¿Significa esto que usted y yo somos la semejanza de Dios ahora mismo? En todas partes del mundo hay personas que están descubriendo que la respuesta a esta pregunta es un rotundo “sí”. La creación de Dios es completamente espiritual y representa continuamente Su naturaleza buena. Reconocer que hay un solo Dios — inteligente — que es Espíritu siempre presente, nos lleva a admitir que somos realmente inmortales, pues somos, ahora mismo, la semejanza del único Espíritu inmortal.

Al reflexionar sobre este hecho, resulta cada vez más claro que la vida es realmente espiritual y mental. No tenemos por qué andar por la vida sintiéndonos encadenados y limitados. Al comprender que somos la semejanza del Espíritu — y no la semejanza de un dios inferior, o títeres de una existencia que comienza con el nacimiento y termina en muerte — nos sentiremos libres para vivir como expresiones de Dios ahora mismo, es decir, para vivir más espiritualmente.

Ahora bien, ¿cómo responde Dios a la oración? Puesto que Dios es Espíritu inteligente, Sus respuestas a la oración deben ser espirituales y mentales. Dios responde a la oración cambiando nuestra perspectiva respecto a las cosas, es decir, la forma en que pensamos acerca de nosotros mismos, los demás y el mundo.

La oración cambia nuestro punto de vista y nos ayuda a ver las cosas como realmente son, en otras palabras, como Dios las ve. Nos muestra que Dios es bueno y que nosotros somos la expresión misma de Su perfección. Orar no es pedirle a Dios que haga que estos hechos sean verdad. Es abrir nuestros oídos y corazones para escuchar al bondadoso Ser Supremo diciéndonos cuán perfectas y espirituales ya son todas las cosas.

Muchas personas han descubierto que la actitud de escuchar y seguir la dirección de Dios es esencial para transformar su punto de vista y perspectiva, y han demostrado que las respuestas de Dios a la oración son tiernas y compasivas.

Me encanta orar de este modo. Se requiere de humildad para abandonar aquello en lo que hemos creído equivocadamente y escuchar los mensajes de Dios en nuestra conciencia. He comprobado que cuando alineamos nuestros pensamientos con la verdad de esta manera, se produce un cambio decisivo de circunstancias y toda nuestra vida se transforma. Esta transformación se debe a que el mundo es un concepto que percibimos mental y espiritualmente.

Este enfoque trae curación física. Por ejemplo, una amiga mía, que es atleta, tuvo una vez un fuerte dolor en la rodilla que se prolongó durante varias horas, hasta que le resultó imposible estirar la pierna. Ella a menudo recurre a la oración, y esta vez no fue la excepción. Sin embargo, su oración no consistió en pedirle a Dios que reparara su cuerpo, pues ella sabía que Él es Amor perfecto y omnipresente y que, por ser la semejanza del Dios perfecto, ella también debía ser perfecta.

¿Qué pasó con su rodilla? Mi amiga se dio cuenta de que Dios respondería a su oración específicamente, transformando su pensamiento, ayudándola a ver que expresaba Su naturaleza todo el tiempo. De modo que comenzó a orar en estos términos para poder verse a sí misma como realmente era en ese mismo momento. Al escuchar a Dios, le sorprendió recordar esta declaración de la Biblia: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”. Salmo 91:11. Percibió con mayor claridad que los ángeles de Dios, Sus bondadosos mensajes que le hablaban de su perfección como imagen y semejanza del Creador, la estaban cuidando. Sintió que Dios estaba a su lado. Su punto de vista, es decir, su pensamiento, cambió. Su oración fue respondida, pues ella se dio cuenta de que Él siempre cuidaba todo su ser. El dolor cesó en forma permanente y su rodilla recuperó su flexibilidad.

Preguntarle a Dios por qué algo está mal es como preguntarle a las matemáticas por qué 4 más 4 es igual a 9. No hay explicación lógica para algo que no es real.

La oración que tiene respuesta comienza con la realidad de Dios. Significa percibir el hecho extraordinario de que estamos aquí como seres espirituales, hechos a Su semejanza. Recurramos a Dios en oración y pidámosle que nos haga comprender que somos Sus hijos, Su obra de arte. Inténtelo, se sentirá gratamente sorprendido por la respuesta.

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