Anoche regresé a mi casa en Rumania a las dos de la madrugada, después de haber enfrentado dos vuelos con niños chicos, una conexión complicada y una demora en el último avión que alargó aún más el trayecto de vuelta. Y sin embargo, no estoy cansada. Todo lo contrario, me siento pronta para empezar a trabajar: Quiero profundizar mi relación con Dios, mi entendimiento de sus leyes divinas; deseo ampliar y fortalecer mi desarrollo espiritual; quiero encontrar nuevas vías para expresar un amor más práctico por la humanidad, — bendecir el país donde vivo, la comunidad, mi vecindario —.
Y todos estos anhelos son el fruto directo de lo que constituyó el motivo de mi viaje: asistir a la Asamblea Anual 2003 y Simposio, en Berlín.
Para empezar, fue impactante ver aunado el actual desarrollo de los medios de comunicación a la más alta tecnología, ambos al servicio de transmitir y compartir ideas espirituales. Asistentes de todas partes del mundo estuvieron allí presentes, así como infinidad de participantes a través de Internet. En ocasiones las voces de los oradores llegaban de micrófonos localizados en distintos continentes, traducciones simultáneas de más de diez idiomas se sucedían con absoluta fluidez, y las transmisiones vía satélite sentaban codo con codo a quienes estaban a un lado y a otro del océano. Sin lugar a dudas un magnífico ejemplo de que es posible superar distancias, fronteras, y cualquier otra imposición que quiera ponerle freno a las ideas.
En este hermoso Berlín que dividieron los muros del pasado y que ha reunificado la tolerancia y el progreso del presente, la Asamblea Anual 2003 y Simposio, no podía tener un mejor marco.
Escuchar los diversos informes de una Iglesia dinámica, moderna, e integradora; dar un paseo virtual por La Biblioteca Mary Baker Eddy para el Adelanto de la Humanidad, localizada en Boston; o conocer de cerca los rostros de quienes en los más diversos rincones del mundo están experimentando la curación que trae el estudio de Ciencia y Salud, fueron algunos de los obsequios que brindó la reunión. Creo que todos los asistentes salimos transformados por las ideas que se expusieron en ella.
Ahora nos queda por delante la puesta en práctica de la inspiración que cada cual metió en su maleta, para que ese magnífico impulso siga bendiciendo a otros, y llegue así a dar todos sus frutos en nuestras vidas y en aquellas de quienes nos rodean.
Rumania
Algunos comentarios...
“A veces sólo vemos obstáculos, pero es preciso saber que espiritualmente no hay barreras” — Gladys Pombo, originalmente de Uruguay, quien hace muchos años vive en España.
“Algunas situaciones nos hacen sentir impotentes, pero tenemos que luchar y tener esperanza" — María Teresa Blasco, España.
“Nací en la ex Alemania Oriental y estoy fascinado con el hecho de que este evento se haya realizado aquí en Berlín, principalmente porque el muro que limitaba esta ciudad fue derrumbado” — Eberhard Lasch, México.
“Ahora, sí sé la importancia que tiene Ciencia y Salud para la humanidad” — María Elizabete F. de Castro de Portugal.
“Fue impresionante saber lo que los berlineses [y otros] tuvieron que enfrentar. Ahora veo la universalidad de la Christian Science y tengo la sensación de pertenecer a una familia mundial” — Liselotte e Jacob Forner de Suiza.
“Gané mucho espiritualmente. Me estoy yendo de aquí con una nueva perspectiva y me voy a esforzar por encontrar gente a quien poder entregar Ciencia y Salud, porque ese libro es la base de las soluciones a los problemas” — Mafuta Rosa, Angola.
Después de conversar unos minutos con una periodista, le pedí que escribiera un informe corto sobre las impresiones que había tenido. Reacciono diciendo: “¿Debo escribir algo sobre mi experiencia con la Asamblea Anual? Es interesante que me pida usted eso porque ayer mientras cantaba un himno tuve una curación instantánea de un problema del que hacía mucho que sufría, y es que se me congestionaba la nariz. En ese momento pude volver a cantar con toda libertad”.
Mbea Mbea, joven de Camerún que vive en Nüremberg, dijo que durante la Asamblea Anual se sintió profundamente liberado, “tuve un momento de paz increíble”, comentó.
Élisabeth, de Neuilly-sur-Seine, de Francia, expresó su aprecio por el hecho de que se hubieran reunido tantos pensadores e investigadores de la Verdad en un solo lugar, que no era geográfico, sino mental. Le gustó mucho sentir la unidad de los continentes y de las generaciones que se reunieron esos días.
Isabelle, quien viajó desde París, remarcó la importancia de Ciencia y Salud en la vida de las personas. “Es que yo he conocido la Christian Science toda la vida, y siento que debe ser magnífico descubrir Ciencia y Salud.
Esther, una togolesa que vive en París, lo que más sintió fue elevación espiritual. Saber que el Amor divino está siempre presente.
y
Varias personas de San Petersburgo, Rusia, Kazajstán y Ucrania, hicieron los siguientes comentarios:
“A mí me encantó la presentación de la Biblioteca. ¡Qué maravillosa colección contiene! Sin el amor de los organizadores no habríamos podido venir. Gracias, Gracias, Gracias”.
“Cuando empecé a leer Ciencia y Salud, un mundo nuevo se abrió para mí. Comencé a relacionarme con los demás de una manera nueva y completamente diferente. Yo tenía todo tipo de problemas, pero por estar leyendo este libro, todas esas situaciones cambiaron para bien no solo para mí, sino para otros miembros de mi familia”.
“La Christian Science es la ciencia del futuro, tendrá cada vez más influencia en nuestras vidas para bendecirla. Todos deseamos que las generaciones futuras puedan dejar atrás el pasado, que se concentraba en el pecado, la enfermedad y la muerte, e ir hacia Dios, hacia el lugar donde experimentamos la vida de la mejor manera. Deseo que esta generación tenga una vida inspirada, limpia y espiritual”.
“Sentimos que el amor permea esta reunión, que el amor está rompiendo las barreras de idiomas, naciones, razas y género”.
