viven en las afueras de Buenos Aires, donde un grupo de personas entraron en su casa a robar y los atacaron. Nuestra colaboradora los entrevistó.
Félix, últimamente se ha hablado mucho sobre el tema de la inseguridad ¿Piensas que la oración puede ayudar en situaciones así?
Félix — Estoy convencido de ello. Yo acostumbro a resolver mis problemas a través de la oración, sobre todo para no tener pensamientos de temor. Además, he comprobado que mucha gente recurre a la oración, buscando a Dios.
¿Quieres contarnos qué sucedió?
Félix — Hace unos meses, unas personas entraron en mi hogar para robar. En ese momento yo me encontraba solo, recostado, mirando televisión, cuando escuché que entraba gente en la cocina. Pensé que era mi señora, pero de repente estas personas avanzaron sobre mí, me taparon la cara con una almohada y me dijeron que querían dinero.
Les indiqué dónde podían encontrarlo, pero no conformes con lo obtenido exigieron más dinero y me golpearon. Nuevamente les indiqué dónde podía haber más, pero como no lo encontraron se pusieron más violentos. Me golpearon, supongo que con un arma, porque fue un golpe bastante fuerte y me amenazaron continuamente con un cuchillo. En ese momento llegó mi señora a quien también redujeron; luego permitieron que yo buscara más dinero, y cuando se los di se marcharon.
¿Qué pensabas mientras sucedía todo esto?
Félix — Lo primero que me vino al pensamiento fue el Padre Nuestro. Pensé en Dios como Padre, que Él estaba presente en ese momento y no me abandonaba. Una de las frases que contiene el Padre Nuestro es “Hágase Tú voluntad, como en el cielo así también en la tierra” (Mateo 6:10). Esta idea fue muy importante para comprender que lo que me estaba sucediendo debía resolverse de la manera que Dios determinara y no como yo lo creía conveniente. Me libró de pensamientos tales como querer escapar del lugar, y me mostró que debía dejar que Dios actuara y diera la solución. Y la solución que Dios da siempre es mejor que nuestra propia opinión. Pensé “Que se haga la voluntad de Dios y no la mía”.
A través del Padre Nuestro pedí socorro a Dios.
¿Qué significado tiene para ti el Padrenuestro?
Félix — La oración del Padre Nuestro me indica que Dios es el único Padre-Madre al que puedo recurrir. Es también mi forma de pedir ayuda a Dios, quien es socorro en todo momento y circunstancia, que nunca nos abandona, que está siempre listo para actuar.
En el mismo momento en que esos muchachos ingresaron a mi hogar, yo estaba esperando que mi hijo, que había salido con sus hermanos, regresara con nuestro vehículo. Habíamos acordado que regresaría a determinada hora porque yo tenía que reunirme con un cliente. Fue justamente a esa hora que esos muchachos entraron en la casa. Ellos estuvieron aproximadamente veinte minutos y nos preguntaron insistentemente por los chicos y por el vehículo. Amenazaban con secuestrarlos. En todo momento estuve orando. Apenas se fueron, llegaron mis hijos. Pero no vinieron con mi hijo mayor, sino con mi yerno, quien además trajo a otras personas en dos vehículos más. Fue una gran protección de Dios que los chicos no tuvieran que pasar ese mal momento.
¿Qué ocurrió cuando tus hijos vieron lo que había sucedido?
Celia — Se asustaron mucho y comenzaron a llorar. Hablé mucho con Sofía, mi hija de ocho años. Le expliqué que no nos robaron lo más lindo que tenemos: nuestro amor, nuestra familia, las cualidades que Dios nos da. Eso no se puede robar. Lo que ellos se llevaron, no tiene valor, no tiene importancia, y todo eso se recupera. Le expliqué que lo que importa, son las cualidades espirituales: la bondad, la amabilidad, la generosidad, que nadie nos puede quitar porque tienen su origen en Dios. Mientras que las cosas materiales van y vienen.
Después nos dimos cuenta de que lo importante es tener ideas espirituales, no posesiones materiales.
Más tarde, los vecinos empezaron a decir que esas personas vivían muy cerca de nosotros y tuvimos que orar fervientemente para no sentir rencor ni temor.
Una idea del libro Ciencia y Salud me inspiró mucho, dice: “Él ladrón cree que gana algo robando y el hipócrita que se está encubriendo. La Ciencia de la Mente corrige tales equivocaciones, pues la Verdad demuestra la falsedad del error” (pág. 294).
Fue un momento para orar más firmemente y superar esa dificultad.
¿Qué sucedió cuando ellos se marcharon?
Félix — Estábamos tranquilos. El único inconveniente es que se habían llevado los teléfonos. Así que acudí a la casa de un vecino para que me dejara llamar a la policía. Pronto me prestaron un teléfono, inclusive un celular, para que me lo llevara a mi casa. Y otro vecino nos prestó otro teléfono celular. Así que de pronto teníamos dos.
Cuando vino la policía, como pregunta de rutina nos consultaron si teníamos armas. Les contesté que no y se sorprendieron mucho; nos recomendaron que tuviéramos un arma. Pero nosotros sabíamos que ésa no es nuestra protección.
Celia — Como lo indica un pasaje de la Biblia: “Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”.
¿Qué dijeron los vecinos?
Félix — Nuestros vecinos quedaron bastante atemorizados. Había noches que no dormían por quedarse vigilando. Todas las noches salían grupos y se reunían en cada esquina con armas, para vigilar. Poco después esos muchachos intentaron nuevamente entrar en nuestra casa. Regresaron dos veces, pero los vecinos los descubrieron y entre todos los ahuyentaron. Cuando nos dimos cuenta del temor que había en nuestro vecindario, decidimos orar más, porque aunque nos sentíamos reconfortados por la respuesta de ellos, sabíamos que ésa no era la solución.
¿Cómo oraban en ese momento?
Félix — En principio, tratando de poner nuestro pensamiento más de acuerdo con la bondad de Dios, buscando Su apoyo. Y esforzándonos mucho para no sentir ningún rencor. Además, solicité ayuda a una practicista de la Christian Science, que es una persona que dedica todo su tiempo a ayudar a otras a través de la oración. Ella habló de la importancia de tener compasión, de no tener rencor, ni enojo. Indicó algunas citas para leer del libro Ciencia y Salud, y del Heraldo. Me dijo que en realidad no había perdido nada. Todo esto me llevó a sentirme agradecido a Dios por las cosas que tenía, como mi trabajo, del que tengo en abundancia. Sé que la oración tuvo su efecto. Ahora estamos absolutamente tranquilos, como siempre lo estuvimos.
¿Han sentido la falta de algunas de sus pertenencias?
Félix — No. Vecinos y amigos nos ofrecieron de todo en ese momento. Además, muy pronto pude hacer todos los trámites y tener de nuevo mis documentos, tarjetas de crédito y teléfonos celulares. Si bien lo que robaron fueron cosas materiales, las ideas espirituales, que son lo más importante que tenemos, no se pueden robar ni disminuir.
Celia — En ese momento necesitábamos teléfonos, pero todo se solucionó. Inclusive, hacía ocho meses que la compañía de teléfono no nos brindaba sus servicios, sin embargo, en poco tiempo, una nueva compañía nos ofreció un servicio mejor, con buenos precios. Luego, nuestra antigua compañía de teléfono recompuso su servicio y esta nueva línea se la cedí a mi hija, quien también necesitaba un servicio. Fue un beneficio doble y todos salimos beneficiados.
Nunca disminuyó nada de lo necesario, porque todo lo importante que tenemos es lo espiritual y eso nunca disminuye, nunca se gasta, nunca se puede robar.
¿Cuáles son sus sentimientos sobre las personas que entraron a su hogar?
Félix — No tengo rencor, ni pienso mal de ellos. Pienso que ellos también son hijos de Dios. Algunos vecinos decían, “yo te voy a mostrar quiénes son los que entraron en tu casa”. Pensé que mi único motivo para conocerlos es orar por ellos, no para hacerles mal, o pensar mal, sino para que cambien su pensamiento.
Quiero expresar mi gratitud a Dios por esta experiencia, porque me ha hecho progresar espiritualmente. Cada vez que he tenido un desafío lo he podido resolver porque he puesto las energías para estudiar más sobre las cosas de Dios y salir adelante. Esta experiencia me ha ayudado a crecer en el conocimiento de Dios.
