¡Piratas! Aventureros temerarios y valientes que surcaban los mares. Junto con su tripulación, obligaban a sus enemigos a caminar por la plancha, la más temida condena de esa época. ¡Así vivían ellos! Y justamente a esto jugaba la mayoría del tiempo con sus amigos, la estrella de esta historia verdadera, a quien llamaré José. No, él no conocía al Capitán Jack Sparrow, el héroe de Piratas del Caribe: La maldición del Perla Negra. La película todavía no se había estrenado, pero ése era el tipo de piratas que José soñaba ser.
Él tenía el atuendo perfecto para jugar a los piratas. Un parche negro para ponerse sobre un ojo, con el que parecía temible, un pañuelo para atarse en la cabeza, y un marcador negro para dibujarse algunos tatuajes.
Un día José estaba jugando solo y tuvo una idea. Cuando nadie estaba mirando, abrió un cajón de la cocina y tomó uno de los cuchillos de su mamá. Se lo puso entre los dientes como lo había visto hacer a los piratas cuando tenían que trepar por las sogas y trabajar con las velas y aparejos. Entonces comenzó a saltar en la cama. Se imaginaba que era un pirata bajando por una soga doble frente a una enorme vela ondulante.
Fue en ese momento cuando se cayó y empezó a gritar. Su mamá corrió a verlo. Se había caído con el cuchillo en la boca y se había hecho graves cortaduras. Su mamá lo limpió y le puso una venda. Aún así, le dolía mucho la boca. Necesitaba más ayuda.
José y su mamá sabían que Dios era la ayuda más rápida y cercana que tenían, así que se sentaron a orar. Él había aprendido a hacerlo en la Escuela Dominical. La oración te ayuda a recordar que Dios está presente, que es bueno y tiene el poder de cuidar de ti... incluso cuando has cometido un error.
José había cometido errores antes. A veces se había olvidado de hacer lo que le habían indicado; también había sentido miedo, se había enojado, y lastimado. En aquellas ocasiones la oración lo había ayudado, pero ¿podría ayudarlo ahora? Llorando, José esperaba que así fuera.
Para empezar, ¿podía la oración ayudarlo a no tener miedo? Sí. La mamá de José le recordó que Dios estaba allí con ellos, y que Su amor lo ayuda a eliminar el miedo y a sentirse amado y consolado. Mientras pensaban en estas cosas, oraron juntos.
José conocía otros nombres diferentes para Dios. Uno de ellos era Amor. En la Escuela Dominical había aprendido que la Biblia dice: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor". 1º de Juan 4:18. José sabía que cuando tenía miedo podía recurrir a Dios y sentirse a salvo otra vez.
En ese momento debía comprender eso, y sentir realmente el amor de Dios hasta que todo temor desapareciera. Muy pronto, a medida que sentía ese amor, José dejó de tener miedo. La herida ya no le dolía y había dejado de sangrar. Incluso le pidió a su mamá que le diera un poco de jugo de naranja. Y aunque no estaba muy convencida, pues pensaba que si tenía algunas cortaduras en la boca el jugo le iba a arder, ella se lo dio. ¡Pero no le dolió! Más tarde, José se dio cuenta de que no le había quedado ninguna cicatriz en la cara. La oración lo había sanado perfectamente.
Cuando se estrenó, José fue a ver la película Piratas del Caribe, y le gustó muchísimo. También le gustaba recordar cómo el Amor había hecho desaparecer su temor cuando él era un pirata, y lo había ayudado a sentir que el poder sanador de Dios lo curaba por completo. Esto es algo que nunca olvidará.
