Hace unos años, el lema de la Ford Motor era "La calidad ante todo". Hoy en día, muchos lectores de esta revista quizás lo cambien para decir "El empleo ante todo". Los últimos resultados de un estudio que realiza dos veces al año el Instituto de Política e Investigación Social de la Universidad Estatal de Michigan, demostraron que para el 80 por ciento de quienes respondieron, su mayor preocupación es la seguridad en el trabajo (Entrevista de la Michigan Public Radio efectuada el 25 de febrero de 2004).
No somos peones en el juego de poder de las economías mundiales.
Dada la cobertura que le dan los medios de comunicación, no hay persona alguna que esté razonablemente informada, viva donde viva, que pueda afirmar que la gente no está preocupada por la situación laboral. Entre muchos trabajadores los ánimos están bastante caldeados. Algunos tienen la certeza de que los recientes tratados de comercio han hecho que sus empleos se fueran de su país. Otros insisten en que la inmigración ha reducido notablemente las oportunidades de trabajo. Mientras que algunos estudios indican que la tecnología ha aumentado de tal manera la productividad, que en muchos casos ya no se necesitan más obreros.
Todo esto me trae a la mente la experiencia que tuvo mi hermano, quien poco después de haber sido promovido a un puesto gerencial en una de las 500 compañías listadas como de mayor rentabilidad en los Estados Unidos, fue despedido porque la empresa comenzó a fabricar sus productos fuera del país. Estuvo todo un año tratando de conseguir empleo. Hasta que un día llevó su viejo Chevrolet para que le repararan las luces de los frenos porque no funcionaban bien. En la concesionaria no pudieron repararlas con prontitud, y esto le dio a mi hermano, que es ingeniero en electricidad, una idea para poner un negocio que realizara esa labor de una manera más eficiente. Una cosa llevó a la otra y, 25 años después, vendió ese negocio por más de 40 millones de dólares.
Valga la pena mencionar que mi hermano no era de los que dedican tiempo a la oración, ni asistía con regularidad a la iglesia, y no era lo que la mayoría de la gente llamaría religioso. No obstante, para mí, era profundamente espiritual. Al observarlo a lo largo de aquellos años, era obvio que Dios era la base fundamental de su éxito. Mi hermano no era un santo de acuerdo con las definiciones tradicionales, pero todos los días hacía un esfuerzo por expresar cualidades que provenían de Dios, y rechazar las que no lo eran. Por ejemplo, su móvil era ofrecer a sus clientes un producto de calidad. Era hacendoso, honesto, considerado, inteligente, prudente, justo, progresivo. Estuvo dispuesto a aprender las complejidades de las finanzas corporativas y las reglamentaciones gubernamentales. Era compasivo con sus empleados y proveedores, además de puntual con sus clientes. Se negaba a tomar atajos, a engañar, a hacer una representación falsa de sus capacidades o intenciones.
Para mí, la carrera de mi hermano es un ejemplo claro del poder que tiene una vida basada en Dios para prosperar y bendecir. Su vida, según lo veo yo, ilustra el hecho de que "con Dios todas las cosas son posibles", Marcos 10:27. y que cada uno de nosotros puede tener seguridad y éxito porque las cualidades que producen esos resultados se originan en Dios, quien está tan disponible universalmente como el aire y la luz. Ninguno de nosotros está excluido.
En ese sentido, me encanta lo que practican algunos indígenas estadounidenses. Cuando ellos mueven una roca para capturar un pez, vuelven a colocarla en el mismo sitio porque creen que todo tiene un lugar ya ordenado. Pienso que esto indica que cada uno de nosotros tiene un lugar, un propósito y una actividad ordenada por Dios. Este hecho no se nos puede negar ni puede tardar en manifestarse, y está lleno de seguridad y provisión.
Dios no nos hizo a usted y a mí para que fuéramos ineptos. Tampoco somos peones en el juego de poder de economías mundiales dedicadas a saquear los recursos, consumir a los trabajadores y enriquecer a unos pocos ejecutivos o sindicalistas codiciosos y deshonestos. La demanda de capacidades otorgadas por Dios no puede cambiar más rápido de lo que las podemos mejorar. La inmigración y el envío de productos para que se fabriquen fuera del país no pueden quitarnos los tesoros del propósito que tiene nuestra vida espiritual ni amenazar la seguridad que los acompaña. Ninguno de nosotros tiene por designio trabajar en un empleo fatigoso, sin meta alguna y sin la esperanza de poder utilizar talentos más nobles y refinados. Ninguno de nosotros necesita sentirse desalentado por la rutina o el agotamiento, ni obsesionado con la idea de abrirse paso a cualquier precio para alcanzar un éxito falso de mero consumo material.
Cada uno de nosotros es infinitamente más que eso. ¿Por qué? Porque cada uno es un hijo valioso de Dios. No somos como envoltorios de caramelos que se arrojan a la basura. Somos los hijos e hijas preciosos y eternos de nuestro divino Padre. La Biblia nos afirma: "Amados, ahora somos hijos [e hijas] de Dios". 1 Juan 3:2.
Dios, nuestra fuente, es el bien infinito e inmutable, y es más constante que la luz del sol. De Él recibimos todas las cualidades del bien, como las que mencioné de mi hermano, y hay muchísimas más porque nos hizo con el sagrado propósito de expresarlas. Y Él asigna y sostiene este eterno propósito para Su propia gloria. El Creador nunca nos habría creado sin otorgarnos un propósito. La fundadora de esta revista, Mary Baker Eddy, escribió: "Cada individuo debe llenar su propio nicho en el tiempo y en la eternidad".Retrospección e Introspección, pág. 70. La Christian Science nos despierta para que podamos decir: "Yo existo, por lo tanto, tengo un propósito divino".
Me encanta tener presente que todos estamos empleados ahora mismo. Es verdad, puede que alguien no tenga trabajo. Pero cuando elevamos nuestra mirada hacia Dios, no hacia abajo y lejos de Él, vemos que tenemos trabajo que hacer. Cada uno de nosotros es Su reflejo útil, y encuentro que a medida que una persona comprende este hecho, no necesita buscar con tanta intensidad para encontrar su futuro en la sección de clasificados de un periódico, o en el sitio Monster.com en Internet para encontrar empleo.
El bien infinito es más constante que la luz del sol.
Por supuesto que los pasos que da la gente para encontrar empleo, volver a capacitarse y desarrollar sus capacidades, son sumamente importantes. Lo que ocurre es que estos pasos, por sí solos, a veces pueden ser contraproducentes. El impulso de la actividad mental puede ser como las ruedas de un automóvil que se ha salido de la carretera y ha dejado profundos surcos en el suelo. El esfuerzo humano más intenso por encontrar un empleo seguro puede ser menos productivo que adoptar el enfoque espiritual de mantenerse tranquilo mental e interiormente y así poder percibir el bien que Dios está expresando a través de nosotros aquí y ahora.
Visto espiritualmente, nuestro empleo es la actividad de Dios. Es lo que Él hace con nosotros y por medio de nosotros. Proviene de nuestra expresión de Su ser, no de nuestra propia iniciativa. Como Jesús y el Apóstol Pablo dijeron claramente, por nuestra propia cuenta nada podemos hacer, sino que Dios obra a través de nosotros para que queramos y hagamos Su buena voluntad. Véase Juan 5:30 y Filipenses 2:13.
Me he dado cuenta de que es importante aceptar estas verdades con humildad, como un niño acepta con naturalidad el afecto de su padre. Todos merecemos el bien que Dios tiene para nosotros, y este Padre no retiene nada. Cuando nos apoyamos en Él para que nos muestre el camino todos podemos encontrar nuestro lugar, desarrollar nuestras capacidades, y utilizarlas para Su gloria y en beneficio de todos.
    