La literatura mitológica y fantástica a menudo ha presentado la hipotética dualidad hombre/animal en obras que han perdurado a través del tiempo. El Minotauro es uno de estos personajes, quien, teniendo una cabeza de toro y el cuerpo de un ser humano, pasa sus días en un laberinto donde deambula hasta el fin su triste existencia.
Hoy hay mucha gente que ha sido víctima de que otros hayan esgrimido características animales para hacer valer su voluntad. Y, trágicamente, temiendo pedir ayuda o ignorando cómo encontrarla, esta gente se ha encontrado encerrada como en un laberinto sin salida.
Este número trata el tema del abuso en la familia y presenta ideas que han mostrado una salida de este laberinto en las relaciones humanas. Allí verá que la idea más poderosa es el poder encontrar que dentro de nosotros en realidad no mora una dualidad; que no tenemos vestigios animales entretejidos en nuestra humanidad. Sino que nuestra naturaleza es fundamentalmente espiritual, ligada firmemente a un origen bueno y divino.
Este mes el Heraldo también trae ideas útiles sobre el trabajo. Dos cuestiones que sobresalen entre los dos artículos que tratan el tema, tal vez nos inspiren a que repensemos la motivación que nos impulsa a trabajar y la importancia de sentir gratitud por el bien ya recibido. Estos dos conceptos, que deben ser tratados en la intimidad de nuestro pensamiento, son elementales para el progreso.
El reconocimiento de nuestra naturaleza espiritual nos ayuda a superar los problemas.
Y, como siempre, hemos querido poner de relieve en nuestra sección "Cuando sólo el Espíritu sana" que la curación por la oración está tan vigente hoy como en la época en que Jesús la practicó y enseñó. Los relatos de curaciones del retraso mental de un niño, de un caso de epilepsia, de diarreas y de un dedo infectado lo demuestran sin duda alguna. Y estas curaciones también señalan el hecho de que todos podemos hacer valer nuestra naturaleza espiritual, derivada de Dios, para hacer frente a los problemas que se nos presentan.
