Después de que mi esposo perdió su empleo, pensamos que al mudarnos de Oakland a Los Ángeles tendríamos mejores oportunidades para encontrar trabajo. Todo lo relacionado con la mudanza parecía correcto. Habíamos encontrado un nuevo hogar perfecto, y amigos y familiares nos habían ayudado a seguir nuestro camino.
No obstante, cuando llegamos a Los Ángeles no fue tan fácil conseguir trabajo. Averiguamos en distintas compañías, establecimos algunos contactos dentro de nuestros campos profesionales, enviamos curriculum vitaes, pero los empleos parecían eludirnos.
Yo empecé a cuestionar nuestra decisión. Quizás tendríamos que haber esperado más tiempo. Tal vez habíamos esperado demasiado. Estas dudas me acosaban y tenía problemas para dormir.
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