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Dedo infectado sana con la oración

Del número de noviembre de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tengo tres hijos y ocho nietos, de modo que mis manos y brazos siempre han estado totalmente ocupados. Pero no me había dado cuenta de cuánto uso las manos hasta hace unos meses cuando no pude usar una de ellas.

Sin ninguna razón aparente — aparte de una pequeña marca que pudo haber sido algún tipo de picadura — se me empezó a hinchar el dedo medio de la mano derecha, y era extremadamente doloroso. En un día, cambió alarmantemente de forma y quedó prácticamente inutilizado, con todas las señales de tener una seria infección.

Me puse una venda en esa mano y continué con mis quehaceres domésticos y responsabilidades familiares lo mejor que pude, entre ellas levantar cosas pesadas, limpiar y cocinar. No obstante, me resultaba cada vez más difícil hacer mi trabajo. Debido a la restricción que la condición me causaba en la mano, pensé que no sería prudente manejar el coche.

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