Hace aproximadamente ocho años sentí el sincero deseo de compartir el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy con alguien que lo necesitara. Oré muy especialmente para que así sucediera, pero el tiempo pasaba, y ya varias personas por distintos motivos NO se lo habían llevado. Llegué a pensar que seguramente no estaba siendo muy sincera con mi oración porque la persona indicada no aparecía. La frase con la que la Sra. Eddy finaliza el Prefacio de su libro me alentó muchísimo. Dice: "...ella dedica estas páginas a los que sinceramente buscan la Verdad" (pág. xii).
Un año y medio después, Carlos, un remisero, que varias veces me había llevado con su coche hasta el colegio al que concurre mi hija, vino con un amigo alrededor de las 10 de la noche a ver mi casa que estaba en venta. (Este señor, varias veces me había comentado sobre todo el dinero que había gastado en sus dos hijas de 15 y 17 años, para tratar de curarlas de los ataques epilépticos que sufrían y se repetían varias veces a la semana.)
Después de ver la casa, nos quedamos charlando en el comedor sobre las condiciones de la posible venta. En determinado momento, el papá de las chicas vio sobre la mesa el libro y me preguntó por qué se llamaba Ciencia y Salud. Le di una respuesta simple, explicándole que este libro estaba esperando a la persona que con sencillez en el corazón tuviera necesidad de leerlo. Inmediatamente me pidió si por favor se lo podía llevar. "¿Cuánto vale?", me preguntó. Le contesté que no tenía precio, que estaría pago cuando me diera el testimonio de que sus dos hijas habían sanado completamente de ese mal. Por supuesto, me prometió traer ese testimonio cuando ocurriera.
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