En uno de sus escritos Mary Baker Eddy escribió: “la justicia espera, y está acostumbrada a esperar; y lo que es justo alcanza la victoria eterna”.Escritos Misceláneos, pág. 277.
Esto me llevó a sentirme más segura de que la larga noche oscura por la que atraviesa mi país precede al amanecer de un día donde reinará la justicia para todos los que aquí vivimos. También me hace pensar en la forma más correcta de afrontar este conflicto.
Cuando deseamos que las cosas se resuelvan bien, ya sea en nuestra familia, en el trabajo, o en donde sea que vivamos, puede que estemos pensando demasiado en “lo que es más justo”, y muy poco en tener la seguridad de “que en realidad existe lo justo”.
A menudo me he preguntado cómo puedo ayudar a mi país y por ello he sufrido y he sentido impotencia al ver los horrores de la guerra. Pero cuando empecé a ver que lo justo sí existe sentí un gran alivio, porque tuve la certeza de que podía salir de ese torrente de pensamiento negativo que insiste en la magnitud del problema.
El libro Ciencia y Salud dice: “Dejad que la Verdad descubra y destruya al error en la forma que Dios determine, y que la justicia humana siga el modelo de la divina”.Ciencia y Salud, pág. 542. Leer esto me dio la certeza de que Dios y Su amor nos revelan lo que necesitamos saber y en ese amor jamás hay equivocaciones.
Contribuimos más eficazmente a encontrar la solución de un problema cuando no sufrimos por el mismo, sino que reconocemos el dominio que tiene Dios, el bien, sobre conflictos y confrontaciones. Este reconocimiento me ha ayudado a comprender que puedo aportar mi granito de arena para ayudar con la oración a resolver situaciones conflictivas.
En Bogotá los medios de comunicación hablan a diario de solidaridad, responsabilidad, paz y honestidad. Esto, según lo veo yo, es un buen síntoma de la dirección que están tomando los encargados de difundir noticias. La gente parece estar abandonando el pesimismo y la frustración.
Asimismo, la política del gobierno ha encontrado una gran aceptación por parte de la mayoría de la población, y ahora se respira una atmósfera de esperanza que fortalece y anima a la gente.
En este año, más de tres mil individuos pertenecientes a grupos alzados han entregado sus armas y un número aún mayor continúa haciéndolo, algo que aparentemente antes parecía imposible. También algunos de ellos han reconocido que estaban equivocados y sin rumbo, y han aceptado la mano extendida de las autoridades.
Por otro lado, han sido descubiertos casos de corrupción en los diferentes entes administrativos y judiciales, y la comunidad ha perdido el miedo a denunciar la delincuencia. Hay una marcada evidencia de que la indiferencia y la apatía están cediendo.
Realmente, lo justo existe y el orden comienza a verse en muchos aspectos. La promesa comienza a cumplirse tal como lo anunció el profeta Isaías: “Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel”. Isaías 1:26.