Marion Pierpont de Des Moines, Iowa, EE.UU., es practicista y maestra de la Christian Science, tiene dos hijos y seis nietos, y estudió en la Universidad de Kansas en Lawrence y en la Universidad de Northern Iowa. Inició su carrera en la práctica de la curación por la Christian Science después de trabajar doce años como maestra de escuela primaria en Cedar Falls, Iowa. Tres años después, pasó a formar parte del Cuerpo de Conferenciantes de la Christian Science; de 1982 a 1989 y de 1992 a 1998 viajó alrededor del mundo — por todo Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Suecia, Finlandia, India, Tailandia, Hong Kong, Australia y Nueva Zelanda — hablando sobre cómo Dios nos ayuda y trae curación en nuestra vida diaria. Del 89 al 92 fue Segunda Lectora de La Iglesia Madre, en Boston.
Marion ahora divide su tiempo entre el centro de la ciudad de Des Moines y la zona rural. “Mi oficina está justo en el centro de la ciudad, en el piso 18 de un edificio de 21; y mi casa está ubicada a unos seis kilómetros de mi oficina, en una hermosa área boscosa, con una cañada a lo largo de la parte posterior. Es un lugar tranquilo, agradable, aislado, y lo disfruto enormemente”, dijo a
, colaborador del Christian Science Journal, en una reciente conversación sobre la curación espiritual.¿Cómo te hiciste sanadora de la Christian Science?
Mi esposo me dio a conocer la Christian Science cuando nos casamos. Empecé a leer Ciencia y Salud por curiosidad. Sin embargo, no se me ocurrió apoyarme en él para sanar, hasta que se me inflamaron los oídos y empezaron a dolerme mucho. Un médico me diagnosticó una mastoiditis doble; me dio antibióticos y me aseguró que estaría bien en menos de una semana. Llevé a cabo el tratamiento, pero mi condición empeoró, así que lo suspendí.
La Biblia dice que cada mañana somos renovados; tengamos la certeza de que así es.”
Entonces mi esposo me preguntó: “¿Te gustaría llamar a un practicista de la Christian Science?” Yo dudé; no me era muy claro qué se esperaría de mí, si aceptaba. Elegimos el nombre de una mujer en el directorio de practicistas de Journal. La llamé y descargué en ella mi problema y mis temores.
Lo primero que me dijo fue: “Le sugiero que haga algo que la va a ayudar mucho. Por qué no lee varias veces el primer capítulo de Ciencia y Salud. Sólo tiene diecisiete páginas y se llama 'La oración'. Anote sus dudas o las ideas con las que no esté de acuerdo y por la noche hablamos nuevamente”. También me dio un versículo de la Biblia para que meditara sobre él: “Él oído de los sabios busca la ciencia”. Proverbios 18:15. Con esto me sentí reconfortada.
¿Qué te enseñó ese capítulo que leíste?
Lo más importante que tenía que aprender es que no era necesario pedir rogar, suplicar o decirle a Dios lo que necesitas. El haber tenido fe en Su poder y bondad, y en Su amor hacía mí, en ese momento me ayudó a comprender que Dios ya sabe lo que necesito y me lo está dando. Así como el sol da a cada uno de sus rayos todo lo que necesitan para brillar, de igual manera, Dios te da a ti, y a mí, todo lo que necesitamos, y eso incluye salud y el estar libre de dolor. La oración, como Mary Baker Eddy lo explica en su libro, es una manera eficaz de alabar a Dios mentalmente, como si le dijeras: “Gracias por Tu amor, protección y cuidado sanador”.
Me pareció que sus palabras respecto a la oración eran sinceras, y lógicas, y me sentí inspirada. Sin embargo, me fue difícil aceptar este texto: “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja. Si estáis sufriendo a causa de una creencia en la enfermedad, os encontraréis bien repentinamente”.Ciencia y Salud, pág. 14.
Claro que yo quería estar “bien repentinamente”; sin embargo, desde muy pequeña me habían enseñado que la vida y la inteligencia eran materiales. Cuando llamé a la practicista, ella me explicó: “¿Se dio cuenta de que la palabra Vida está escrita con mayúscula? Eso significa Dios”. ¡Qué concepto tan novedoso de causa y efecto! Yo nunca había pensado en Dios como la Vida misma, la Vida con el significado de fuente, presencia y realidad únicas de mi ser. Qué sinónimo tan lógico de Dios como el inseparable e inmutable origen del bien; la Vida que convierte la pena en gozo, que restaura y sana. Llegué a la conclusión de que, dado que Dios es Espíritu, y Espíritu es Vida, mi vida como la semejanza de la Vida, debe ser espiritual. Sonaba lógico el versículo de un salmo; “...no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?” Salmo 56:4.
Ella me dijo: “Duerma pensando en esto. La Biblia dice que cada mañana somos renovados; tengamos la certeza de que así es”. No tuve que esperar hasta la mañana; sus oraciones y el cambio mental tan evidente que tuve, hicieron que el dolor desapareciera antes de irme a la cama. Esa noche uno de los oídos drenó, y al día siguiente también el otro; la inflamación había desaparecido. ¡Estaba completamente sana!
¿Qué impacto tuvo esta curación en tu vida?
Casi no podía dejar de leer Ciencia y Salud; estudié el capítulo “La oración” una y otra vez. Luego empecé el Prefacio. Para mí, estas palabras se convirtieron en algo muy importante para mí: “Ha llegado la hora de los pensadores”.Ciencia y Salud, pág. vii. Pero lo mejor de todo, fue que me di cuenta de que esta invitación a ser un pensador más profundo, era para todos. Mi prueba del poder científico de la oración me enseñó que yo no iba a escuchar ni aceptar las opiniones humanas respecto a quién era yo. Era una buena oportunidad para utilizar el proverbio que la practicista me había dado, y escuchar con “el oído de los sabios”.
Como el médico era un buen amigo nuestro, fui a su consultorio para decirle lo que había pasado. Él me examinó minuciosamente, sonrió y me dijo: “Marion, estás completamente bien. Te iba a decir que si tu condición había empeorado, tendríamos que operar, sin poder darte ninguna garantía de que la audición no fuera dañada”.
Me llamó un hombre que tenía insomnio crónico.
Parece que aprendiste mucho de esa practicista sobre cómo ser una sanadora de la Christian Science.
¡Y qué modelo! Ella reconfortaba, y era amable, tranquila, segura y humilde al atender los “negocios de [su] Padre”, como Jesús llamó al hacer el trabajo de Dios. Como me di cuenta posteriormente, el amor que sentí de esta practicista fue más que un simple afecto humano. Fue amor espiritual, un amor que fluye espontáneamente del Amor divino, Dios; y esta clase de amor, sana. También fue la clave del ministerio sanador de Jesús. Cuando las personas acudían en busca de ayuda, él veía en ellos su naturaleza espiritual innata, su semejanza con Dios. Él no veía a sus pacientes como seres materiales y mortales, sino como seres espirituales e inmortales; saludables, puros y libres. Así es como siento que esta practicista me veía a mí.
Y ella estaba realmente en consonancia con la promesa bíblica: “Del hombre son las disposiciones del corazón; mas de Jehová es la respuesta de la lengua”. Proverbios 16:1. Ella sabía qué decir — y qué no decir — para ayudarme a comprender la verdad sobre el carácter espiritual de mi ser, y para que sintiera el poder del Amor divino que regenera el pensamiento y sana el cuerpo.
¿Cómo llegaste a sanar a otras personas?
Terminé mis estudios universitarios cuando nuestra hija más pequeña estaba asistiendo a una escuela donde permanecía todo el día. Cuando estaba en la universidad, los que éramos estudiantes de la Christian Science nos reuníamos regularmente, y algunos empezaron a pedirme que orara por sus estudios, su salud o sus relaciones. Tuve otras solicitudes de ayuda, y creció mi deseo de sanar a otras personas. Poco después de haber tomado las dos semanas de Instrucción en Clase con un maestro de la Christian Science, fui a la oficina del director de la escuela en que yo trabajaba, y le dije: “Por favor, no renueve mi contrato. A partir de este verano me voy a dedicar a la práctica de la Christian Science”.
El primer día en mi oficina, sonó el teléfono; me llamó un hombre de la ciudad de Nueva York para decirme que necesitaba ayuda por un caso de insomnio crónico. Me preguntó si podía llamarme en cualquier momento, de día o de noche, y por supuesto le dije que sí, y eso fue lo que hizo. Me llamó constantemente durante tres días, mañana, tarde y noche. Yo oré mucho todo el tiempo; algunas veces sentándome en silencio y escuchando, para encontrar la tranquilidad y la guía de Dios, y otras, buscando en la Biblia y en Ciencia y Salud la inspiración que pudiera traer la curación.
Entonces me llamó nuevamente muy de mañana, y le dije: “Usted no necesita dormir. ¡Lo que necesita es estar despierto! La clave para un buen descanso es estar consciente del amor que Dios tiene por usted; estar alerta a la verdad de que usted está seguro y sano en este mismo momento, y que está consciente de que puede decir 'calla, enmudece' a los sentidos físicos y así tomar conciencia de su identidad espiritual como una idea de Dios, constantemente renovada”. Ése fue el remedio justo; me llamó a una hora más conveniente para decirme que, desde que habíamos hablado, había tenido pensamientos que lo tranquilizaron mucho y había podido descansar. Se había sanado.
Algunas personas pueden pensar: “Eso es maravilloso, pero ¿cómo podría yo sanar a otros?”
La curación cristiana no es un misterio. La curación por medio de la oración no es un poder personal al que sólo algunos tienen acceso o el talento para hacerlo. Las enseñanzas de Jesús dejaron en claro que todos pueden — y deben — sanar. Él nos mostró la manera de recurrir a Dios en toda circunstancia y ver la creación como Dios la ve, como buena “en gran manera”. Véase Génesis 1:31. Prometió: “Él que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. Juan 14:12. Dios nos da a cada uno de nosotros la comprensión espiritual para sanar.
Has mencionado a Cristo Jesús varias veces. La Christian Science distingue entre Jesús y Cristo. ¿Nos podrías explicar de qué manera?
Ciencia y Salud explica cómo el ser humano Jesús encarnó al Cristo. “Jesús nació de María. El Cristo es la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana”.Ciencia y Salud, pág. 332. Jesús demostró que el Cristo, la Verdad, es el hombre y la mujer ideales, dotados con la seguridad, sabiduría, integridad, fortaleza, salud, moralidad y creatividad de Dios. El apóstol Pablo estuvo de acuerdo, y nos exhortó: “Haya, pues, en vosotros esta mente, que hubo también en Cristo Jesús”. Filipenses 2:5, según Versión King James.
El Cristo es el eterno mensaje de Navidad, el mayor de los regalos para ti, para mí y para todos, que llega al corazón receptivo.
Marion, cuando alguien llama pidiendo ayuda, ¿qué te han enseñado tus años de trabajo sanador sobre cuál es la mejor manera de iniciar el tratamiento?
Para mí, no hay mejor base para sanar, que el primer capítulo del Génesis en la Biblia. En él, se describe a Dios como Espíritu, y al hombre como Su imagen y semejanza. Véase Génesis 1:26. El término hombre se refiere a la identidad espiritual de todos los hombres, mujeres y niños. Así que, yo oro para partir de este punto, con una visión clara y correcta de la naturaleza y perfección — semejantes a Dios — de mi paciente.
Y este punto de partida incluye el concepto de que, todo el tiempo, Dios preserva la integridad y la salud de mi paciente. La Sra. Eddy dice clara y tiernamente: “La Mente divina que creó al hombre, mantiene Su propia imagen y semejanza”.Ciencia y Salud, pág. 151. Mi trabajo es reconocer esta verdad y confiar el caso a la ley del Principio divino, Dios.
¿Hay algún otro concepto relacionado con la curación espiritual sobre el que te gustaría hablar?
La palabra sustancia es muy importante en los escritos de Mary Baker Eddy. Ella reconoció a Dios, que es Espíritu, como el único poder creador y la única presencia preservadora. Por lo tanto, la única sustancia verdadera es espiritual. La sustancia espiritual es el punto principal en su definición de hombre en Ciencia y Salud: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales. Las Escrituras nos informan que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. La materia no es esa semejanza”. Aún hablando sobre el hombre, luego agrega que “no es físico. Es la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas”. Ibid., pág. 475.
En otras palabras, no creas lo que tus ojos o los sentidos físicos te presenten al pensamiento. Más bien cree en el Cristo, la Verdad, que está en tu corazón. Comprende que no eres algo físico basado en la materia. Tú eres la “compuesta idea” de todas las “ideas correctas” y no hay un solo concepto erróneo en ti, ni respecto a ti. Así que, cuando necesites ayuda, o alguien te llame pidiendo ayuda, ora sobre la base de que toda la verdadera sustancia refleja al Espíritu divino.
La Sra. Eddy escribió: “Tu voz escucharé”.Himnario de la Christian Science, N0 304. Ella estudió la Biblia, aprendió de las palabras y obras de Jesús, y demostró — para beneficio de todos — un hecho sanador sumamente importante sobre la naturaleza de la materia: “Este sentido falso de sustancia tiene que ceder a Su eterna presencia, y así disolverse”.La unidad del bien, pág. 60. Diariamente ora para dejar de lado el concepto de materia, la que es insustancial, y aceptar cada vez más la verdad espiritual — por siempre inmutable — de que todos los hombres y mujeres reflejan al único Dios perfecto.