Me encontré con la Sra. Yukika Sohma en su oficina en la Fundación Yukio Ozaki, dentro del Museo Parlamentario, el cual se halla en una propiedad boscosa del Palacio Imperial. El museo fue construido en memoria de Yukio Ozaki, quien fue elegido 25 veces como Representante de la Cámara Baja del Parlamento, y sirvió en él durante 63 años. Yukika Sohma es la hija de Yukio Ozaki y vicepresidenta de la fundación. También es redactora del órgano de la misma, World and Parliament (Mundo y Parlamento). Mientras crecía, Yukika escuchó hablar acerca de la obra que realizaba su padre en pro de la Justicia y la rectitud.
Ella es una fuerte creyente del MRA (Rearmamento espiritual y moral), movimiento internacional que se inició en los Estados Unidos para reformar el mundo, no con armas, sino movilizando la fortaleza espiritual y moral de la gente. Actualmente se llama IC (Iniciativa para el Cambio), y tiene su sede en Caux, Suiza. La Sra. Sohma dice que el MRA la salvó cuando ella se sentía frustrada e impotente, en los años que llevaron a la guerra. Su firmeza en pro de la honestidad, la pureza, la generosidad y el amor le enseñaron que si uno quiere cambiar el mundo, primero tiene que cambiar uno mismo.
Yukika Sohma es una mujer notable, que realiza muchas actividades. Pero quizás mejor se la conozca por su trabajo para ayudar a los refugiados en todo el mundo.
Todavía recuerdo lo que ella dijo en 1979, cuando la entrevisté después de que formó la Asociación para la Ayuda de los Refugiados de Indochina. “El gobierno es como un elefante, grande, pesado y lento, mientras que nosotros somos los ratones. Y nosotros nos movemos velozmente”. A lo largo de los años, he visto cuán acertada es esta descripción de su grupo. He visto cómo los pequeños ratones se han transformado en un poder vigoroso, que opera alrededor del mundo. El grupo ha enviado 500 voluntarios a todas partes para ayudar a los refugiados.
Pensé en sus palabras cuando leí que su grupo estaba cavando pozos de agua en una zona de África asolada por la sequía, o llevando toneladas de huevos y bananas a Corea del Norte cuando la gente allí se estaba muriendo de hambre. Leí que después de un enorme terremoto que asoló Kobe, en 1995, destruyendo 300.000 hogares, el grupo de la Sra. Sohma envió 100.000 piezas de ropa interior compradas en Corea del Sur.
En mi entrevista con ella le hice las siguientes preguntas:
Usted ha asumido un papel de liderazgo y ha logrado mucho, pero entiendo que deben ser los resultados obtenidos en ayuda de los refugiados lo que mejor puede demostrar el éxito de su labor. Tengo entendido que cuando usted comenzó a trabajar con los refugiados no había organizaciones en Japón que se dedicaran a este tipo de ayuda.
Los refugiados salían en enormes cantidades de Camboya, pero Japón no estaba haciendo nada al respecto. Para ser más precisa, no existían organizaciones que no fueran políticas o religiosas que ayudaran a los refugiados. Y aun éstas no hacían nada porque la política de Japón en ese entonces era un rotundo NO en contra de aceptar refugiados. Pero en ese momento estaba auspiciando la Cumbre de los G8 (Naciones Industrializadas), y como la Primer Ministro Británica, Margaret Thatcher iba a asistir, el Primer Ministro Masayoshi Ohira tenía que hacer algo.
Yo ya había estado trabajando en esa idea durante muchos años. Había oído hablar de la peligrosa situación de la gente de Indochina. En 1965 fue creado el Sindicato Parlamentario del Pacífico Asiático. De hecho, por mi participación en el MRA, y como intérprete, yo había visitado muchos países en Asia, así que escuchaba en forma directa acerca del triste estado de las cosas.
Pensé que teníamos que enviar un equipo a Indochina para averiguar lo que estaba sucediendo, y le mencioné la idea a Nobusuke Kishi, quien después fue primer ministro.
El Sr. Kishi no dijo que no. Y yo lo interpreté como un rotundo "Sí".
Para mí fue claro que me estaba diciendo que fuera. Entonces visité los campos de refugiados tailandeses junto a la frontera de Camboya, con Tsutomu Hata, quien también después fue primer ministro y con Bumbei Hara, quien después sirvió como Presidente de la Cámara Alta.
De modo que usted comenzó la Asociación de Ayuda a los Refugiados de Indochina, y de inmediato obtuvo un enorme apoyo.
Sí, yo tenía fe en los japoneses. Sabía que eran bondadosos. Pero tengo que contarle otro episodio. Fuimos a ver los campamentos tailandeses, pero aún no sabíamos cómo podíamos ayudarlos. Fue entonces cuando recibí la carta de un amigo que decía: "Los refugiados están saliendo a montones de Indochina, y los norteamericanos y los europeos están haciendo mucho, mientras que los japoneses no están haciendo nada. De hecho, Japón sólo ha aceptado dos refugiados. Los japoneses son fríos. A ustedes sólo les interesa ganar dinero".
Si recibieras una carta así, ¿qué harías? Yo quería decirle a este amigo que los japoneses no son gente así de fría. Averigüé y me enteré de que la Cruz Roja de Japón en Kyushu había aceptado tres refugiados. Entonces le escribí a mi amigo y le dije: "Tu información es 50 por ciento equivocada. Tenemos 3 refugiados y vamos a demostrar que los japoneses no somos fríos". Siempre siento que tengo que darle mi apoyo a la nación, que tengo la responsabilidad de hacer mi parte, y que cada persona es igualmente responsable.
Así que puse manos a la obra. Re- cuerdo que Masunori Hiratsuka había escrito en alguna publicación que quería ver que la juventud japonesa tuviera un corazón compasivo, bondadoso y cálido durante el Año de la Juventud de las Naciones Unidas. Lo llamé por teléfono y le dije: “Sr. Hiratsuka, ésta es su oportunidad. Usted puede lograr que los jóvenes ayuden a los refugiados”. Él aceptó de inmediato y me ofreció toda su ayuda. Luego, se puso en contacto con los rectores de las principales universidades privadas de Japón.
Hicimos arreglos para reunir a todos aquellos que estuvieran interesados en ayudar a los refugiados. Durante la reunión, la gente preguntó cómo haríamos para conseguir fondos para el proyecto. Les dije: "Si cada japonés da un yen, tendremos 120 millones de yenes (o sea más de un millón de dólares), puesto que Japón es una nación de 120 millones de habitantes". Esa declaración fue como una intuición. Los diarios escribieron sobre ella, y el dinero y los cheques comenzaron a llegar. Muchos de ellos eran de niños que dijeron que en lugar de ir en autobús podían caminar para poder ahorrar dinero y enviarlo. Y en menos de cuatro meses, recibimos más de 120 millones de yenes. Demostramos que los japoneses eran bondadosos.
No teníamos dinero para alquilar una oficina, y yo tenía pensado operar desde mi casa. Fue entonces cuando en una reunión, dos chicas salieron de la misma, y luego regresaron y una de ellas dijo: “Mi padre dice que por favor use su oficina”.
¡Dios siempre provee! Mi padre acostumbraba decir que cuando uno hace algo bueno para el bien de los demás, el Cielo lo ayuda. Usaba el término “Cielo” en lugar de Dios, que pienso que es probablemente un sentir innato de los japoneses. Yo sé que la gente es buena. Cuando uno les da la oportunidad su bondad sale a la superficie. Uno tiene que percibir la bondad que tienen en el corazón.
No existe lugar totalmente libre de peligro.
Sé que la Asociación creció. Y posteriormente algunos integrantes de la misma llegaron a ser profesores universitarios, periodistas y legisladores. Luego en 1984, usted disolvió el grupo, el cual renació como AAR, Asociación para Ayuda y Beneficencia de Japón, para ayudar a refugiados en todo el mundo.
Desde el principio yo tenía la idea de ayudar a los refugiados en todo momento en cada rincón del planeta. África estaba en un estado terrible; tenía conflictos internos y externos, todo eso aunado a las sequías y hambrunas.
La AAR hizo una campaña para enviar leche y agua a África, y también pedía voluntarios para ir a ese continente. Recibimos 284 solicitudes. Enviamos voluntarios a campos de refugiados en Zambia y Angola, Zimbabwe y Mozambique. Y comenzamos a dar entrenamiento cultural y vocacional sobre medicina, nutrición, trabajos agrícolas, educativos y otros.
Cerca de Lusaka, capital de Zambia, donde había escasez de agua, cavaron más de 50 pozos usando el método de excavación manual tradicional de Japón. Los carros primitivos japoneses, sin motor, probaron ser muy útiles. La AAR construyó bibliotecas y envió miles de libros en inglés. La campaña para enviar mantas a África recolectó 1.7 millones de mantas, y más de 1,260 millones de yenes (US$12 millones) para cubrir el costo de enviarlas a 13 naciones de ese continente, entre ellas, Etiopía, Sudán, Mozambique, Ghana, Mali y Níger.
En 1991, la caída de la Unión Soviética creó un nuevo flujo de refugiados a Yugoslavia, y la AAR estuvo trabajando en Croacia, Serbia-Montenegro, Bosnia-Herzegovina, y Macedonia, dando ayuda médica, cuidado mental, proporcionando miembros artificiales y sillas de ruedas, y enseñando a la gente a construirlas localmente. El trabajo en Yugoslavia terminó en 2003.
La AAR ahora está activa en Afganistán. Pero mientras Irak y Afganistán están captando toda la atención del mundo, África, donde millones siguen sufriendo de malaria y SIDA, y también a causa de las minas terrestres, tiende a ser olvidada.
Ustedes van a lugares muy peligrosos.
No existe lugar que esté totalmente libre de peligro. Nos preparamos lo mejor que podemos. No lo hacemos solos. Sí, vamos a zonas peligrosas, y lamento decir que hemos perdido tres miembros, dos de malaria y uno en un accidente de tráfico, todos en África.
Ahora están muy activos en otro campo, en contra de las minas terrestres. Según tengo entendido, la AAR tuvo mucho que ver con la decisión de Japón de firmar la prohibición del tratado de minas terrestres que entró en vigencia en 1999.
Japón tradicionalmente consideraba que las minas terrestres eran necesarias para defender la nación contra la invasión extranjera. Pero al trabajar con refugiados, sabíamos acerca de las enormes tragedias humanas, de refugiados que habían sido heridos por esas minas cuando finalmente regresaban a su tierra natal. Hacía mucho tiempo que estábamos conscientes del problema.
La AAR publicó un libro con dibujos para niños en contra de las minas terrestres que se llamaba Flores en Lugar de Minas (Not Mines, but Flowers.). El libro se transformó en un bestseller, que ya está en su quinta edición, y ha vendido un total de 550.000 ejemplares. Y la directora de la AAR, Fusako Yanase, fue quien escribió el texto como si les estuviera hablando a sus propios hijos.
Un artista chino nacido en Japón, Yoh Shomei miembro de la AAR, hizo los dibujos gratuitamente. Un conejo llamado Sunny es el personaje y se ha transformado en el símbolo de la AAR.
Las ganancias de la venta de los libros han limpiado de minas la tierra de Camboya en un equivalente al tamaño de 2.000 canchas de tenis.
Han podido trasladar a mucha gente. ¿Cómo lo lograron?
Sé que todos tienen bondad en su corazón, quieren hacer el bien, pero no tienen la oportunidad de ponerla en acción. Yo trato de percibir el bien en su corazón, y de incentivar el espíritu de las personas. Si yo puedo hacerlo, todos pueden.
¿Nunca han chocado contra una pared, o encontrado todos los caminos bloqueados?
Por supuesto, todo el tiempo. Pero ¿qué hago yo? Pienso. Si uno realmente piensa, lo más seguro es que Dios le dé una idea.
¿Se toma el tiempo de pensar cada día?
Sí, por la mañana, y también siempre que hay una necesidad. Los seres humanos están hechos de bondad y de mal. Uno tiene que echar el mal. Si sigo al mal y encuentro que no es lo correcto, voy a dejar de hacer lo malo para regresar al buen camino. Tenemos que elegir entre los dos. Podemos cambiar si nos damos cuenta de que no estamos en lo cierto. El MRA dice que tienes que mirar tu mano. "Si apuntas tu dedo a alguien, tres o más dedos te están apuntando a ti".
Por ejemplo, me siento muy molesta, incluso me enojo, cuando la gente dice que lo que hago, que lo que creo que es bueno, no vale la pena. He aprendido a examinarme a mí misma y a cambiar mi curso. A veces es importante aprender a esperar, si la idea es buena.
El MRA me ha enseñado a vigilar mis propios pensamientos. No podemos cambiar la manera de hacer las cosas de otras personas, pero siempre podemos cambiar nuestros propios pensamientos.
También estoy adoptando las enseñanzas de la Christian Science. Esto me ha ayudado muchísimo a mantener mi buena salud. Cuando era adolescente asistía a una reunión mensual de Científicos Cristianos. Y ahora a menudo me recuerdo a mí misma: "No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo" [Ciencia y Salud, pág. 468]. Recurro a esto particularmente cuando enfrento algún problema.
Lamento mucho que el promedio de votantes sea tan bajo hoy en día.
Puede que haya diferentes normas de justicia.
Todos saben en su corazón lo que es verdad y lo que es falso o una mentira. Si uno no deja de pensar finalmente puede detenerse y establecer cual es la diferencia entra la verdad y el error. Y cuando uno piensa con mucho detenimiento, la diferencia se vuelve clara.
¿Qué le gustaría hacer ahora?
Me gustaría que Japón se transformara en una nación útil para el mundo.
Siento que la humanidad finalmente está tomando conciencia del hecho de que todos los pueblos, cristianos, islámicos, budistas, o gente de cualquier otra religión, están realmente buscando la misma cosa.
Los terroristas parecen creer que están haciendo la voluntad de su Dios. Y nosotros no vamos a lograr nada con simplemente condenarlos. Necesitamos pensar en cuál tendría que haber sido nuestra responsabilidad en lo que llevó al mundo a tener este problema. Uno no puede transformarse en un pacificador, a menos que uno mismo sea pacífico.
Necesitamos examinar nuestros pensamientos, examinar nuestra conciencia. Sin esto, no hay progreso. Los japoneses sabían que se habían cometido equivocaciones antes de las guerras, pero realmente no nos habíamos examinado a nosotros mismos, y en lugar de ello echamos fuera todo, incluso el bien y los valores espirituales, que teníamos.
En la Fundación Yukio Ozaki tenemos un “Salón Conmemorativo” para infundir el espíritu del gobierno constitucional. Hasta 1868, la sociedad japonesa estaba regida por la clase samurai, y el resto de la sociedad, los ciudadanos, los granjeros y los artesanos, no eran tratados como seres humanos. Los samurai podían asesinarlos, a voluntad, sin que una corte los sentenciara. El gobierno constitucional tiene que tratar a los hombres con igualdad de derechos, y eso es lo que significa votar. Lamento mucho que el promedio de votantes sea tan bajo hoy en día, y la gente esté perdiendo sus valiosos derechos.
En ese Salón se están dando seminarios, con varios programas de entrenamiento para alentar esa percepción, liderazgo, democracia y paz mundial, entre la juventud japonesa, los líderes políticos, y el público en general. Uno de esos cursos de capacitación anuales en nombre de su padre, comenzó en 1998 con 50 miembros y con ponencias de ilustres oradores. Es una obra notable.
Por favor, no se confunda. Yo he participado en muchas actividades, pero no lo hago todo yo misma. Es nuestro personal y otros quienes llevan a cabo las iniciativas. Estas actividades a menudo comienzan con una simple idea en un corazón bueno, en alguna parte. Todo lo que yo hago es ver la bondad en los demás, alentarlos, y ayudarlos a actuar.