En 1988, un año después de casarme, quedé embarazada de mellizos pero, lamentablemente, el embarazo duró tan solo dos meses. Los médicos me dijeron que no podía quedar embarazada nuevamente, y que si lo hacía tendría que hacer reposo absoluto. Mi útero estaba en una posición más baja de lo normal, y me dijeron que si quedaba embarazada, al tercer mes a más tardar se produciría un aborto.
Yo ya había sufrido otras pérdidas en mi familia. Mi madre y mi hermana habían fallecido hacía poco tiempo y tenía mucho miedo de perder todo lo que era valioso para mí en la vida.
Tuve varios problemas de salud, incluso depresión. Los psicólogos me decían que yo no estaba enferma, pero cuando salía de casa sólo me sentía segura si llevaba medicamentos en la cartera.
En 1992 decidí estudiar seriamente la Christian Science. Quería conocer a Dios y comprender mi identidad espiritual. A medida que estudiaba la Biblia y Ciencia y Salud, el temor de quedar embarazada y de perder todo lo que tenía, incluso mi marido, comenzó a desaparecer, así como el dolor por la muerte de mi madre y de mi hermana.
Un día salí de casa y me di cuenta de que no tenía las pastillas en la cartera, pero como ya estaba en la calle decidí no regresar a buscarlas. Fue entonces cuando me di cuenta de que podía salir sin los medicamentos.
Sané instantáneamente de la depresión cuando estaba en su momento más crítico, al leer el Salmo 31 que comienza: "En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme". Después que leí esto, pensé en lo que quería decir y sentí mucha paz. Perdí, de una vez por todas, el deseo de suicidarme y el temor de estar sola.
Lo conmovió escuchar decir que Dios es Amor.
Después de esta curación, me sentí muy feliz y muy agradecida a Dios. Me di cuenta de que Él podía sanar a todos. Uno de los ejemplos más hermosos que confirman que esto es verdad, fue lo que le ocurrió a un joven que siempre andaba cerca del negocio donde trabajo. Se sentía muy deprimido y quería suicidarse y pensaba que el alcohol era la solución. Un día se cayó en medio de una autopista de mucho tráfico (gracias a Dios no lo atropellaron). Cada vez que lo veía yo oraba por él pensando que Dios nos da a todos la oportunidad de encontrar felicidad porque todos somos Sus hijos amados. Me enteré de que este muchacho había escuchado a alguien decir que Dios es Amor, y que eso realmente lo había conmovido. Tiempo después fui a visitarlo. No sólo había sanado del alcoholismo, sino que había regresado a vivir con su esposa y encontrado un trabajo.
Estas experiencias me alentaron a continuar estudiando la Christian Science. Comenzaron a ocurrir muchas cosas buenas de una manera muy natural. En 1996 tomé una clase en la Christian Science, que me ayudó a conocer a Dios más profundamente, y me enseñó a orar haciendo un esfuerzo por reconocer el bien que nos ha dado. Antes de esto, lo único que yo hacía era pedirle ayuda.
No obstante, durante el curso me sentía como fuera de lugar porque todos los participantes tenían hijos. Decían que los niños les traían mucha felicidad. Y yo me dije: "¿Por qué no puedo tener hijos?" Entonces pensé que podía intentarlo otra vez, pero sin el terrible temor que había sentido antes. Dos meses después de que terminó el curso, quedé embarazada. Empecé a orar reconociendo que Dios amaba y preservaba al niño. Tuve un embarazo excelente sin ningún problema. El médico incluso me dijo que el bebé y yo estábamos muy bien y que el útero estaba en la posición correcta.
El nacimiento fue natural, pero yo perdí mucha sangre y estaba anémica. No podía darle el pecho al bebé y según el diagnóstico era probable que no me recuperara. Oré todo el tiempo. Yo sabía que el bebé sólo me podía traer alegría y que nada podía quitarme esa felicidad que Dios me había dado.
Según las reglas del hospital, yo no podía tener ningún efecto personal, de modo que no tenía ninguna revista de la Christian Science para leer. Tampoco tenía un teléfono para llamar a un practicista de la Christian Science para que orara por mí. No obstante, yo sabía que esto no me podía separar de Dios. Recordé un pasaje de Ciencia y Salud: "La luz del sol destella desde la cúpula de la iglesia, penetra en la celda de la prisión, se desliza en el aposento del enfermo, ilumina la flor, embellece el paisaje, bendice la tierra" (pág. 516). Eso me hizo sentir mucha confianza otra vez, como la luz del sol, Dios estaba allí conmigo. También recordé el Himno No 58 del Himnario de la Christian Science, el cual dice respecto a Dios: "Eres Vida y eres Mente, eres infinito Amor". Así que yo sabía que mi vida no dependía de la intervención médica sino que era el reflejo de la Vida divina.
Posteriormente me dieron de alta y cuando llegué a casa, le pedí a un practicista que orara por mí. Con esa oración mi recuperación fue completa. Incluso pude darle el pecho a mi hijo hasta que cumplió un año.
Dieciocho meses después del nacimiento de Juan Pedro, quedé embarazada otra vez. Ese embarazo y parto fueron normales, sin ninguna complicación, y tuve mellizas, Juliana y Lidiane. Mis hijos y yo estamos muy bien de salud. Ellos asisten a una Escuela Dominical de la Christian Science y saben que Dios es Amor. Oro constantemente reconociendo la presencia de Dios en nuestras vidas y la salud que nos brinda.
Rio de Janeiro, RJ, Brasil