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Basta un pensamiento compasivo

Del número de abril de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Vivimos en un mundo cada vez más pequeño, cada vez mejor conectado por la tecnología moderna, y más al tanto de lo que le ocurre al prójimo. Por todo esto tendríamos que estar más unidos que nunca. Sin embargo, muchas zonas sufren y son divididas debido al terrorismo, ya sea por diferentes ideologías, por injusticias sociales o por el tráfico de drogas. Resulta difícil determinar qué podemos hacer al respecto para resolver este grave problema.

¿Qué puedo hacer yo?

En el libro 2º de Reyes en el Antiguo Testamento encontramos un magnífico ejemplo de cómo hacerlo. Una mañana el criado del profeta Eliseo se levantó y al ver que el ejército de Siria había sitiado la ciudad de Dotán en Israel, se llenó de temor. Pero el profeta oró para que su sirviente pudiera percibir que Dios los estaba protegiendo y que un gran ejército estaba junto a ellos. Eliseo luego le pidió a Dios que cegara a los sirios, y así los llevó a la ciudad de Samaria, donde sus ojos fueron abiertos. Allí el rey de Israel después de consultar con Eliseo, les dio de comer y los despidió sin hacerles daño. Como consecuencia de esto, no volvió a haber más guerras entre Siria e Israel. (6:15—23)

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