En el otoño de 2001 tuve que recurrir a Dios en busca de ayuda. Estoy cursando la secundaria superior, y cada término tenemos que elegir un deporte. El primer término elegí fútbol de salón, y nos pusieron en equipos mixtos. Muy pronto me di cuenta de que los muchachos tenían bastante experiencia. Todas los miércoles por la tarde caminábamos hasta el centro deportivo, jugábamos nuestro partido de fútbol y luego yo tenía que caminar unas ocho cuadras para llegar a mi casa.
Resultó que un día tuve un accidente. Estábamos en medio de un partido cuando uno de los chicos del equipo contrario fue a patear la pelota con mucha fuerza y lamentablemente, le erró a la pelota y me pegó a mí. Mi tobillo recibió todo el impacto.
Yo sentía mucho dolor y se me empezó a hinchar el tobillo. Tenían miedo de que estuviera fracturado porque al principio no podía caminar para nada, y se me formó un bulto y el tobillo aumentó tremendamente de tamaño.
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