Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Para Jóvenes

Una jugadora de fútbol cuenta su historia

Del número de abril de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el otoño de 2001 tuve que recurrir a Dios en busca de ayuda. Estoy cursando la secundaria superior, y cada término tenemos que elegir un deporte. El primer término elegí fútbol de salón, y nos pusieron en equipos mixtos. Muy pronto me di cuenta de que los muchachos tenían bastante experiencia. Todas los miércoles por la tarde caminábamos hasta el centro deportivo, jugábamos nuestro partido de fútbol y luego yo tenía que caminar unas ocho cuadras para llegar a mi casa.

Resultó que un día tuve un accidente. Estábamos en medio de un partido cuando uno de los chicos del equipo contrario fue a patear la pelota con mucha fuerza y lamentablemente, le erró a la pelota y me pegó a mí. Mi tobillo recibió todo el impacto.

Yo sentía mucho dolor y se me empezó a hinchar el tobillo. Tenían miedo de que estuviera fracturado porque al principio no podía caminar para nada, y se me formó un bulto y el tobillo aumentó tremendamente de tamaño.

Después del nerviosismo inicial, me permitieron sentarme y descansar. Entonces empecé a poner en orden mis pensamientos. No sentía ningún enojo ni resentimiento en contra del muchacho que me había pateado por error. Él era muy gentil, y yo sabía muy bien que no había tenido la intención de hacerme daño. Recordé algunos versículos del Salmo 91 en la Biblia donde nos asegura que estamos siempre seguros bajo el amoroso cuidado de Dios.

Entonces me di cuenta de que tendría que caminar hasta casa. Fui cojeando afuera para llamar por teléfono a mamá, con la esperanza de que me pudiera recoger. Pero ella ya había salido a buscar a mi hermano menor. Les dije a mis maestros que estaría bien, y lentamente salí de camino a casa. Empecé orando que sabía que Dios estaba conmigo todo el camino.

Esa noche, el tobillo había vuelto a su tamaño normal, pero todo movimiento era muy difícil y doloroso. Otra cosa que me preocupaba era que soy bailarina y el siguiente fin de semana tenía que bailar. Para poder hacerlo, mi pierna tenía que volver a la normalidad en unos dos días.

Yo había tenido muchas curaciones antes y sabía que mis oraciones podían ayudar a sanar la lesión del tobillo. Entonces encontré este útil pasaje en Ciencia y Salud: "La Mente [Dios] es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que demore o detenga su acción perpetua y armoniosa" [pág. 283]. Para mí, esto significaba que nada podía interferir con mi libertad para moverme y ser activa, porque el verdadero movimiento y actividad tienen lugar en Dios. Pude comprender que mi habilidad para moverme libremente no dependía de un cuerpo moral que parecía herido o dolorido. Era en realidad la Mente, o Dios, quien mantenía mi perfección, y gobernaba y controlaba cada acción armoniosamente. En consecuencia, para mí era muy claro que nada me podía impedir que expresara a Dios.

Oré con estos conceptos durante los siguientes dos días y pude bailar con toda libertad y sin ninguna limitación.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 2004

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.