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Original Web

Para niños

La verdad de Dios arrasa el dolor

Del número de septiembre de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de septiembre de 2017 como original para la Web.


Mi familia y yo viajamos a Florida para pasar las vacaciones de Acción de Gracias cerca de la playa. El día de Acción de Gracias fuimos a la playa toda la mañana. Luego fuimos a nuestra casa rodante para comer el almuerzo de Acción de Gracias.

Después del almuerzo, me dolía el estómago. Mi mamá y yo oramos por ello y surgió un pensamiento increíble basado en lo que habíamos presenciado en la playa más temprano esa mañana. Yo había construido un montón de castillos de arena, pero por más grandes o sólidos que los construyera, eran siempre arrasados por las olas.

Pensamos que el océano representaba el poder de Dios, y comparamos el dolor de barriga con uno de esos granos de arena. El dolor de barriga o el grano de arena no tenían ninguna posibilidad de ganar contra el poderoso océano de la verdad de Dios. La verdad siempre arrasa con el error, o cualquier cosa que no sea buena.

También llamamos a una practicista de la Ciencia Cristiana, y ella me habló de una de las parábolas de Jesús en la Biblia (véase Lucas 8:5-8). Dice así: Una vez un agricultor plantó unas semillas. Algunas de las semillas fueron pisoteadas y comidas por las aves. Otras cayeron sobre una roca y no recibieron suficiente agua. Varias aterrizaron donde había espinas y se ahogaron y no pudieron crecer. Y otras semillas cayeron sobre el suelo fértil y florecieron y fueron abundantes.

La practicista me dijo que Dios me planta en el suelo fértil y cuida de mí día y noche. Esto me hizo dar cuenta de que el dolor de barriga era lo opuesto a ser fértil (lo que es puro y bueno), y puesto que estoy plantado en el “suelo fértil” del amor de Dios —ese suelo puro, perfecto y sano— entonces nada infértil o insalubre podía tocarme.

Recordé el poema “Apacienta mis ovejas” de Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana. En el poema dice: “La colina, di, Pastor, cómo he de subir” (Poems, p.14). Para mí eso significaba que Dios, el Pastor, no sólo me lleva a la cima, sino a través de la colina. La colina era como el dolor en mi estómago. Voy a través de la colina dondequiera que tenga que ir, y Dios me guía todo el camino. En el mismo momento en que me vino esa idea, ¡sané por completo!

Estaba muy agradecido por haber sanado y haber podido volver a participar de la diversión familiar, y poder jugar con los amigos que conocí en el campamento.

También estoy muy agradecido a mi mamá, la practicista, y a Dios. Dios me sanó y me guió todo el camino por la colina, como Dios siempre lo ha hecho y siempre lo hará.

¡El “océano de la verdad” le ganó al grano de arena!

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