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Original Web

Cómo conocí la Ciencia Cristiana

Recibí la respuesta, y sané

Del número de noviembre de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de septiembre de 2017 como original para la Web.


Me crié en una familia protestante, donde me enseñaron acerca de Dios y Su amor por nosotros. De niño, me encantaba leer las historias de los evangelios que describían el ministerio de curación de Cristo Jesús, y cómo recurría a su Padre, Dios, en busca de guía en todo lo que hacía. 

De adolescente empecé a tener preguntas acerca de Dios, de Jesús y de la Biblia. Me preguntaba con persistencia: “¿De dónde viene el mal?” Si, como había aprendido de niño, Dios es el Amor mismo y es omnipotente, entonces ¿cómo podía aparecer el mal, como lo son el pecado, la enfermedad y la muerte? A pesar de consultar con los miembros de mi familia, la gente en mi iglesia y mi pastor, no recibí una respuesta que me satisficiera.

Durante mis años de joven adulto, sufrí de migrañas debilitantes crónicas, que obstaculizaban mis actividades diarias. Me levantaba todas las mañanas con una sensación de temor debido a esta condición. Los médicos me prescribieron medicamentos, pero estos disminuían muy poco el dolor. Hablé sobre mi situación con un amigo que respeto mucho, quien me sugirió que tal vez fuera simplemente la voluntad de Dios que tuviera migrañas, y que debía encontrar un lado positivo a la situación.

Pero yo no podía creer que fuera la voluntad de Dios que alguien sufriera. Después de todo, la Biblia dice: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).

Yo estaba decidido a encontrar una cura para las migrañas. Sabía que un enfoque médico no sería una solución permanente a mi problema, así que empecé a buscar la “curación cristiana” en el Internet. Encontré varios sitios web; sin embargo, uno en particular captó mi atención: christianscience.com. Había escuchado antes acerca del Christian Science Monitor, y sabía que Mary Baker Eddy era una famosa mujer estadounidense de fines del siglo XIX y principios del XX, pero aparte de eso, no sabía nada de la Ciencia Cristiana.

Miré el sitio web y encontré el video de una charla de un practicista y conferenciante de la Ciencia Cristiana que hablaba de nuestra identidad verdadera e infinita. Yo quería con desesperación experimentar mi verdadero ser, uno que no estuviera limitado por las migrañas.

Durante la conferencia, el orador se refirió a un libro titulado Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras escrito por la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy. Él mencionó varias ideas fundamentales sobre las que habla este libro, incluso la enseñanza basada en la Biblia de que todos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, y, por lo tanto, somos la expresión de la Verdad, la Vida y el Amor divinos, los cuales son sinónimos del único Dios. También compartió ejemplos de cómo la gente había aplicado estas verdades y había sanado de una gran variedad de dolencias, tales como problemas en la vista y huesos quebrados.

Me sentí tan motivado por la conferencia que ¡la escuché tres veces en un día! Decidí comprar un ejemplar de Ciencia y Salud y una suscripción a JSH-Online. Pasé horas subrayando secciones de la obra de la Sra. Eddy que me resultaban sumamente inspiradoras, y leyendo y escuchando testimonios de curaciones. Me sentía muy entusiasmado de encontrar en la Ciencia Cristiana una respuesta a la pregunta que había tenido desde mi adolescencia; la Ciencia Cristiana claramente explicaba el hecho espiritual de que el pecado, la enfermedad y la muerte son irreales.

Por ejemplo: “Toda la realidad está en Dios y Su creación, armoniosa y eterna. Lo que Él crea es bueno, y Él hace todo lo que es hecho. Por tanto, la única realidad del pecado, la enfermedad o la muerte es el hecho terrible de que las irrealidades parecen reales a la creencia humana que yerra, hasta que Dios las despoja de su disfraz. No son verídicas, porque no son de Dios” (Ciencia y Salud, pág. 472).

Esta era la primera respuesta a mi pregunta que tenía sentido para mí. Puesto que Dios es omnipotente, omnisciente y totalmente bueno, entonces el mal debe ser una ilusión acerca del verdadero universo espiritual. El mal jamás puede ser verdadero porque no proviene de Dios. De hecho, nunca vino de ninguna parte, ¡no tiene realidad!

Y ¿qué pasó con las migrañas que había tenido con regularidad desde que era un joven adulto? Me di cuenta de que como Dios no las había creado, tampoco formaban realmente parte de mí. Una vez que descubrí eso, me liberé de esa debilitante condición. En ese momento, estas palabras de Cristo Jesús se volvieron mucho más claras para mí: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). En los años que han transcurrido desde entonces, las migrañas no han vuelto a manifestarse.

La Ciencia Cristiana ha sido una bendición muy grande para mí y para mi familia. Desde que tuve esa curación, y aprendí sobre este enfoque bíblico y práctico del cristianismo, me he hecho miembro de La Iglesia Madre y soy activo en una filial local de la Iglesia de Cristo, Científico. He tenido también muchas otras curaciones, entre ellas, curación de un problema en la piel, molestias estomacales y temor a conducir. Me encanta formar parte de una organización cristiana que honra los mandatos de nuestro Maestro, Cristo Jesús, y nos ayuda a comprender que todos somos la creación espiritual perfecta de Dios.

Christopher McKenzie

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