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“El hombre es lo que piensa durante todo el día”

Del número de agosto de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Monitor del 21 de marzo de 2017.
 Apareció primero el 27 de junio de 2017 como original para la Web.


El título de este artículo es del poeta, conferenciante y ensayista Ralph Waldo Emerson, del siglo XIX. Es una perspectiva muy perspicaz, ¿no es cierto? Es considerar que no somos en realidad como nos vemos físicamente, lo que comemos, cómo nos vestimos o cómo ha sido nuestra experiencia de vida, sino que somos lo que pensamos durante todo el día.

Sin duda, tiene mucho sentido hacer el esfuerzo de estar alerta y mejorar sinceramente cada uno de nuestros pensamientos. Lamentablemente, cuanto más ocupada se vuelve nuestra vida social, y más nos centramos en nuestras búsquedas materiales, más terminamos por descuidar, de hecho, nuestras reflexiones interiores y más importantes. Ansiosos por tomar un atajo para resolver las cosas lo más rápido posible, tal vez abandonemos las grandes oportunidades que tenemos dentro de nosotros mismos; oportunidades para pensar profundamente e incluso orar.

La oración con frecuencia empieza con el reconocimiento de la amorosa presencia de Dios. Dios, quien como enseña la Ciencia Cristiana es la Mente divina, es completamente bueno, está a cargo de todo, y desborda de amor y pensamientos inspiradores. Mucho más allá de la musa mitológica de las épocas clásicas, la Mente divina es siempre la inteligencia infinita y una presencia eternamente activa.

Cristo Jesús, que sanó a tanta gente, reconocía que su inspiración provenía exclusivamente de la Mente divina, Dios. Dijo: “La palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:24).

Como enseñó Cristo Jesús, nosotros también podemos escuchar en oración la inspiración de Dios que transforma el pensamiento.

Como enseñó Jesús, nosotros también podemos escuchar en oración la inspiración de Dios que transforma el pensamiento. La oración eficaz ciertamente va muchísimo más allá del pensamiento positivo. Es el hecho de responder y abrazar los pensamientos inspiradores de Dios lo que transforma la calidad de nuestra forma de pensar y nuestra vida.

En un libro invalorable para aprender acerca del pensamiento y la oración, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la autora, Mary Baker Eddy, explica la Ciencia divina del Cristo, y escribe: “El efecto de esta Ciencia es estimular la mente humana hacia un cambio de base, sobre la cual pueda ceder a la armonía de la Mente divina” (pág. 162).

Es alentador comprobar cómo el mantenerse callado y escuchar mentalmente a Dios puede transformar verdaderamente el pensamiento, e incluso protegernos y sanar nuestros males a la perfección.

He aquí un ejemplo de cómo el escuchar atentamente y ceder a los pensamientos de la Mente divina puede transformar la calidad de nuestra forma de pensar y brindar una protección sanadora. Cuando yo asistía a la escuela, la chica con quien salía se enfermó. Me contó que todos en su familia habían estado enfermos de gripe. Como era mi novia, pasábamos mucho tiempo juntos. El padre de ella me dijo que había estado pensando que seguramente yo sería el próximo en caer enfermo.

Al regresar de su casa, decidí orar sobre esto. Me vino la idea de que todo pensamiento verdadero procede realmente solo de la Mente divina. Estos pensamientos no son de enfermedad o dolor, sino de paz y salud. Este maravilloso versículo de la Biblia lo indica de esta forma: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).

Me reconfortó mucho comprender que Dios, que nos creó a todos espiritualmente y nos creó perfectos, solo nos da salud y paz. Para mí, esto significaba que las creaciones espirituales de la Mente nunca podrían ser verdaderamente afectadas por las condiciones materiales.

Fue entonces que percibí este maravilloso e inspirado pensamiento de Dios: Las creaciones espirituales de la Mente no solo están exentas de enfermedad, sino que las creaciones de la Mente ¡también están exentas hasta de la forma de pensar que predice la enfermedad! Yo no tenía por qué estar de acuerdo con el pensamiento de que me iba a enfermar. Al aceptar esta verdad inspiradora, me sentí profundamente conmovido por el amor de Dios. Mi temor desapareció, y nunca me enfermé.

Esto, junto con muchas otras experiencias de curación, demuestra cómo los pensamientos que Dios tiene hacia nosotros –pensamientos de integridad, abundancia, capacidad y pureza– tienen poder sanador.

Al avanzar en nuestra vida diaria, es muy agradable y satisfactorio orar y cuidar la calidad de nuestra forma de pensar. Al hacerlo, podemos con toda sabiduría y tranquilidad enfrentar el día como aconseja la Biblia, en Filipenses 4:8: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

Publicado originalmente en el Christian Science Monitor del 21 de marzo de 2017.
 Apareció primero el 27 de junio de 2017 como original para la Web.

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