Quiero expresar mi gratitud por una curación que tuve el año pasado, de una extraña protuberancia en el pecho.
Conté con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, y me esforcé durante mucho tiempo por llenar mi pensamiento con la Verdad, reconociendo que mi verdadero ser es espiritual. Sin embargo, a pesar de que el miedo había ido disminuyendo, yo continuaba revisando de vez en cuando la evidencia material.
Finalmente, decidí no volver a tocar o mirar el área. La Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana fue mi compañera constante durante ese tiempo, al permitirme obtener una mejor comprensión de mi naturaleza espiritual como la semejanza de Dios. Un pasaje especialmente útil y sanador de la Biblia fue Eclesiastés 3:14: “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres”. Yo sabía que mi perfección como la idea espiritual de Dios no incluía una protuberancia material de ningún tipo.
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