Un día, un compañero de trabajo comenzó a quejarse muchísimo, llevado por la animosidad contra lo que él consideraba que era el pobre desempeño y la mala actitud de otra colega de nuestro equipo. Le pregunté: “¿Crees que ella se levanta cada mañana tratando de imaginar cómo arruinar tu día?” Sorprendido, se detuvo a pensar un momento, y admitió que probablemente no lo hacía.
Esto abrió el camino para que nosotros tres encontráramos soluciones razonables para una serie de problemas en el trabajo en general, entre ellos, procesos de negocios que no eran adecuados, mala comunicación y deficiencias en el entrenamiento. Pronto se forjó una relación de trabajo positiva que dio lugar a un servicio excepcional al cliente, mejores prácticas de negocio y un aumento en las ganancias —sin mencionar el cambio que supone trabajar con compañeros más felices.
La disposición de ese miembro del equipo de ser más considerado y compasivo hacia nuestra colega fue vital, pero esa no es toda la historia de lo que sucedió. La respuesta de él, y el éxito del equipo y de sus miembros, fueron una evidencia de la oración respondida.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!