Si usted fuera un erudito de la Biblia y escuchara el nombre de Abraham, podría pensar en el patriarca Abraham que se menciona en el Antiguo Testamento. Si fuera un erudito en política, Abraham Lincoln podría venirle al pensamiento. Sin embargo, si fuera un erudito en el campo de la medicina, podría pensar en Abraham Flexner.
En 1910, Abraham Flexner publicó el Informe Flexner. Según algunos, el Informe Flexner fue lo más importante que ocurrió en la historia de la educación médica en Norteamérica; el mismo insistía en la necesidad de que las facultades de medicina tuvieran normas y protocolos más elevados. Si bien esto obviamente tenía mucho sentido dentro del contexto de la profesión médica misma, se puede argumentar que este cambio también comenzó a reprimir la receptividad del pensamiento a otras opciones para obtener curación. Particularmente, algunos Científicos Cristianos han reflexionado sobre ese año y se han preguntado si el Informe Flexner no aumentó considerablemente el desafío que presenta el mundo médico a la convicción que tenía Mary Baker Eddy de que la verdadera curación cristiana era realmente no solo una Ciencia, sino el agente curativo más poderoso y eficaz, y el único método científico verdadero de curación.
La Sra. Eddy escribió: “El pensamiento imbuido de pureza, Verdad y Amor, e instruido en la Ciencia de la curación metafísica, es el agente curativo más potente y deseable sobre la tierra” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 4). Algunos dicen que esta afirmación puede haber tenido cierto mérito en la época de la Sra. Eddy, pero que la era de la medicina moderna posterior a Flexner hace que el tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana parezca menos notable. Uno podría argumentar que basta con ver los enormes complejos médicos, la increíble tecnología médica moderna, los medicamentos “milagrosos” que continúan inundando el mercado, y la vasta participación e insistencia del gobierno en la medicina material como la verdadera y razonable forma de cuidar de uno mismo en esta época.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!