“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5, 6).
Cuando cursaba tercer grado tuve que empezar en una escuela nueva a mediados del año porque mi familia se había mudado. Al final del año, la maestra me aprobó, pero con reservas, afirmando que yo no podía leer ni escribir correctamente —invertía las letras y los números. Determinaron que tenía un trastorno de aprendizaje.
Encontré la Ciencia Cristiana cuando ya estaba en séptimo grado. Mi madre fue al hospital para una cirugía, y mi tía, que era Científica Cristiana, vino a cuidar de nosotros. Con el permiso de mi madre, nos llevó a visitar una Iglesia de Cristo, Científico.
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