Cuando estaba en el bachillerato, mientras otros adolescentes se enamoraban de sus novios o novias, yo me estaba enamorando del Christian Science Journal y el Christian Science Sentinel. Hasta tenía un anotador especial donde pegaba mis poemas, artículos y discernimientos espirituales favoritos.
En el nivel más básico, lo que interactuar con las revolucionarias publicaciones de Mary Baker Eddy hizo por mí cuando era joven, fue ayudarme con mi propia y naciente práctica de la Ciencia Cristiana. Pero aún más profundo que eso fue esta poderosa consecuencia: al leer y orar con las publicaciones periódicas, podía ser un miembro activo en una comunidad mundial de sanadores. Al interactuar con estas revistas, vislumbré algo de la aplicabilidad universal de la Ciencia Cristiana, y que todos, sin importar la edad, podían ver sus efectos en su vida.
Todavía tengo ese anotador: un registro diminuto y conmovedor del permanente registro de la Verdad que capturó el corazón de una adolescente con la promesa de que Dios es absolutamente real. Me recuerda que ese mismo espíritu de Verdad aún hoy embebe las páginas y sitios web de cada una de estas publicaciones, y puede hablarles a niños y a adolescentes allí mismo donde se encuentren, de una forma que pueden comprender. Y que además pueden sentirse inspirados, como lo fui yo, a unirse a la conversación, al leer, practicar e incluso colaborar con sus propios relatos de curaciones.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!