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¿Podemos revisar nuestra historia humana?

Del número de abril de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando era joven, Mary Baker Eddy enfrentó muchos desafíos difíciles, entre ellos, se vio forzada a separarse de su único hijo. La Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana escribe brevemente acerca de este trágico período de su vida en su autobiografía Retrospección e Introspección, en el capítulo “Matrimonio y maternidad”. Sin embargo, más adelante en el mismo capítulo, ella señala que “la historia humana necesita revisarse y el registro material borrarse” (pág. 22). También dice: “Es bueno saber, querido lector, que nuestra historia material y mortal, no es sino el registro de los sueños, no de la existencia real del hombre, y los sueños no tienen lugar en la Ciencia del ser” (pág. 21).

Decir que la vida en la materia es un sueño es una declaración audaz. La vida material parece tan real, con su historia de dolor y sufrimiento. Por otro lado, la vida en “la Ciencia del ser” puede parecer abstracta, vaga y desprovista de evidencia concreta. Pero la profunda tristeza personal que experimentó la Sra. Eddy la impulsó a buscar una verdad más profunda acerca de la vida, y ella llegó a comprender que el único beneficio que se puede recoger del sufrimiento es apartarse de la materialidad y dirigirse a la verdad espiritual que sostiene la existencia. Ella escribe: “El designio celestial de las sombras terrenales es purificar los afectos, reprender la consciencia humana y llevarla alegremente de un sentido material y falso de la vida y la felicidad al regocijo espiritual y estimación verdadera del ser” (Ibíd, pág. 21)

¿Dónde encontró la Sra. Eddy evidencias de que esta estimación verdadera del ser es realmente espiritual y desplaza un falso sentido de la existencia? Ella señala claramente en sus escritos que la única autoridad de su descubrimiento era la Biblia (véase, por ejemplo, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 126). Vino a ella como una revelación de Dios, y ella probó la validez del descubrimiento en la curación de hoy en día.

La acumulación de días o años de historia humana no intimidaba a Jesús porque él sabía que el poder de la Verdad revela al hombre real de la creación de Dios, borrando de esa forma todo registro material.

¿Nos informa la Biblia acaso que nuestra existencia verdadera no está compuesta de un registro material en la materia? ¡Sí! En el primer capítulo del Génesis leemos que Dios creó al hombre a Su imagen (véanse versículos 26, 27). La Sra. Eddy llegó a la conclusión de que, si Dios es Espíritu, entonces para ser la imagen de Dios, el hombre debe ser espiritual. Ella explica: “El hombre real no es del polvo ni jamás lo ha creado la carne; porque su padre y madre son el Espíritu único, y sus hermanos son todos hijos de un mismo padre, el bien eterno” (Retrospección e Introspección, pág. 22).

¿Acaso la Biblia también ilustra que la creencia en este hombre del polvo basado en la materia es un sueño que puede ser desplazado o destruido? ¡Así es! ¿Con cuánta frecuencia revisó Jesús la historia humana y destruyó el registro basado en la materia? Sanó a una mujer atormentada durante 12 años por un “flujo de sangre” (véase Mateo 9:20–22), a otra mujer que estuvo encorvada durante 18 años (véase Lucas 13:11–13), a un hombre que había estado discapacitado por 38 años y fue guiado al estanque de Betesda con la esperanza de tener un milagro (véase Juan 5:1–9), y resucitó a Lázaro, que había estado muerto durante cuatro días (véase Juan 11:1–44). La acumulación de días o años de historia humana no intimidaba a Jesús porque él sabía que el poder de la Verdad revela al hombre real de la creación de Dios, borrando de esa forma todo registro material.

Cuando en nuestra experiencia personal parecemos acumular una historia de dolor o sufrimiento, nosotros también podemos encontrar curación mediante esta comprensión a semejanza del Cristo, de que el hombre del polvo no es otra cosa más que un sueño. El camino se encuentra en el razonamiento espiritual científico, que mueve el pensamiento más allá de la aparente evidencia de nuestros sentidos materiales, y nos hace llegar a conclusiones lógicas y válidas.

Considera, por ejemplo, estas declaraciones de causa y efecto:

  1. Dios es Espíritu, por lo tanto, todo lo que Dios crea, incluso el hombre, debe ser del Espíritu —espiritual— no de la materia.
  2. Dios es Todo-en-todo, el único creador, por lo tanto, la creación espiritual de Dios debe ser la única creación.
  3. Si Dios es Espíritu y Todo-en-todo, ¿cómo o dónde puede la materia, o una creación material, existir?

Un día, mi esposa regresó a casa después de una larga caminata en la cual se había lastimado una pierna. Me informó de su dolorosa lesión, a lo cual rápidamente respondí: “Nunca ocurrió”. Mi respuesta no tuvo la intención de ser una negación indiferente de lo que aparentemente había ocurrido, sino una amorosa respuesta basada en esta comprensión de que el hombre es espiritual, inseparable de Dios, el Espíritu y, por lo tanto, incapaz de tener una historia mortal que envuelva una lesión. En el lapso de dar unos pasos, durante el cual ella comprendió la intención sanadora de la Verdad detrás de esa declaración, se volvió a mí y me dijo: “El dolor desapareció”. El registro material de la lesión había sido borrado, y la historia humana consecuentemente revisada para reflejar una experiencia libre de dolor. Nos regocijamos al ver que estaba libre.

Experiencias como estas fortalecen nuestra convicción de la presencia y el poder de la Verdad divina y su creación espiritual, que demuestra que la aparente realidad de una existencia material llena de una historia de pecado, enfermedad, dolencia y muerte, es totalmente falsa.

Armados de esta Verdad inexpugnable y omnipresente, podemos ser constantes al afirmar el único y solo registro verdadero de la creación de Dios. Al hacerlo, seguimos los pasos de Jesús cuando sanó al hombre que había nacido ciego (véase Juan 9:1–7). Los discípulos de Jesús preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” Los discípulos habían aceptado un registro material de la historia humana de este hombre. Jesús no aceptó ese registro. El respondió: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Esta poderosa declaración señala la verdad básica de que el origen impecable y espiritual del hombre es la única y sola “estimación verdadera del ser”. Esta realidad del estado espiritual y presente del hombre fue demostrada cuando la vista del hombre le fue restaurada, dando de esta forma prueba tangible, tanto a los discípulos como a nosotros, de que la historia humana puede revisarse y el registro material borrarse.

Hoy en día, somos bendecidos por las enseñanzas y obras de Cristo Jesús, que nos mostró que el registro material de vida en la materia no es la realidad sólida que parece ser. Las numerosas curaciones de Jesús ilustraron el poder de la Verdad más allá de la percepción de los sentidos materiales, e impulsó al pensamiento humano a considerar la realidad espiritual que estaba en operación. Somos bendecidos aún más por el descubrimiento que hizo la Sra. Eddy de la Ciencia Cristiana, la cual explica que el Principio divino en operación sustenta el trabajo mesiánico, y nos capacita para volvernos con alegría de la falsa historia de un registro basado en la materia, al verdadero relato de nuestra realidad basada en el Espíritu, y ver prueba de la curación mediante nuestras propias oraciones y comprensión espiritual.

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