Estaba en mi departamento cuando escuché el sonido de la sirena de una ambulancia que pasaba. Se supone que esta señal garantiza que los socorristas puedan atravesar el tráfico sin impedimentos. Pero para mí, fue la señal para orar y reconocer la omnipresencia y omnipotencia de Dios. En ese momento mi oración no fue extensa, pero estuvo llena de convicción, de la convicción de que Dios es Todo, y de que el hombre es Su idea. Esta unidad de Dios y Su idea no puede ser interrumpida porque está apoyada por la autoridad de la Verdad divina.
Por medio de mi estudio de la Ciencia Cristiana he aprendido muchas cosas, entre ellas cómo pensar correctamente al conocer la verdad acerca de Dios y el hombre en cualquier situación dada. Sé que ningún pensamiento puede alcanzarme, excepto los que tienen su origen en el Espíritu divino, porque solo ellos son verdaderos y reales. Esto mantiene mi pensamiento espiritualizado y consciente de que soy una hija amada de Dios, como todos lo somos. Mary Baker Eddy define los ángeles como “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, la pureza y la inmortalidad, contrarrestando todo mal, toda sensualidad y mortalidad” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 581). Cuando oro, cuando afirmo la presencia y la omnipotencia de Dios, solo me vienen estos pensamientos “angelicales” puros y santos de Dios.
Una vez, pareció como si fuera yo quien necesitara ayuda, y la que ahora parecía necesitar una ambulancia. ¡Pero estaba preparada! Mi oración constante, agradecida y sincera, afirmando que mi unidad con Dios nunca puede ser interrumpida, no permitió que el temor se apoderara de mí, así que no tuve que llamar a una ambulancia.
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