Hace un tiempo desperté con mucho dolor de garganta y no podía respirar con facilidad ni tragar normalmente. Era muy incómodo y me sentí desanimado.
Al principio traté de razonar sobre cómo podía haber sucedido esto e intentaba descubrir por qué había despertado sintiéndome tan mal. Entonces decidí leer la Lección Bíblica de esa semana, que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana e incluye pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Una de las citas incluía esta oración: “Toda sustancia, inteligencia, sabiduría, todo ser, toda inmortalidad, causa y todo efecto pertenecen a Dios” (pág. 275).
¡Me di cuenta de que había sido muy tonto al tratar de descubrir una causa y un efecto materiales, en lugar de reconocer que toda causa y efecto pertenecen a Dios! Supe con certeza que Dios es todopoderoso y nos ha hecho a cada uno de nosotros completos. Antes de tomar consciencia de este hecho, simplemente había estado especulando.
Fue realmente útil ver cuán ficticia era la causa y el efecto que había estado imaginando. Esto me ayudó a entender el hecho de que por ser Dios la única causa solo podía producir el efecto de un flujo y libertad continuos y sin fricciones. Oré con el resto de las ideas de la Lección con plena confianza de que toda causa y efecto pertenecen a Dios, y que en realidad no hay ningún efecto material y ninguna causa material.
¡Poco después de eso, me sentí totalmente libre! Pude continuar con mis actividades sin dificultad en la garganta o la respiración, y pude disfrutar de una comida que me encanta.
Esta rápida curación me demostró que rechazar el razonamiento material y recurrir a lo que Dios conoce como completamente bueno, puede traer libertad y alegría.
Robert Witney
Boston, Massachusetts, EE.UU.