El verano pasado, tuve la gran alegría de participar en un evento para jóvenes interesados en la Ciencia Cristiana. El mismo incluía una gran variedad de actividades, como charlas y grupos de discusión, así como también actividades físicas como escalar rocas y jugar al fútbol, para aquellos que quisieran participar. Fue maravilloso.
En una de las actividades deportivas me lastimé el pie; parecía que me había fracturado un dedo. A la mañana siguiente, justo después del desayuno, hubo una conferencia de la Ciencia Cristiana y fue muy doloroso llegar hasta allí. Sin embargo, cuando llegué a la sala donde se estaba celebrando la conferencia, había un sentido tangible de Amor divino diferente a todo lo que había experimentado antes: era realmente palpable. Creo que tenía mucho que ver con la receptividad y la alegría que sentían las personas, expectantes por la conferencia y la semana por delante que pasaríamos juntos.
La conferencia se trató acerca de nuestra relación con Dios, como se enseña en la Ciencia Cristiana, sobre cómo somos reflejos perfectos de Dios. Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Tu reflejo en el espejo es tu propia imagen o semejanza. Si levantas un peso, tu reflejo también hace esto. Si hablas, los labios de esta semejanza se mueven de acuerdo con los tuyos. Compara ahora al hombre ante el espejo con su Principio divino, Dios. Llama al espejo Ciencia divina, y llama al hombre el reflejo. Entonces nota cuán fiel, según la Ciencia Cristiana, es el reflejo a su original. Tal como tu reflejo aparece en el espejo, así tú, al ser espiritual, eres el reflejo de Dios” (págs. 515-516).
El conferenciante también nos contó acerca de la curación que cambió su vida y que experimentó por medio de la Ciencia Cristiana. Describió cómo la gracia infinita del Amor divino funciona de manera natural y radical. Yo estaba fascinado. Era consciente de que una nueva sensación había comenzado a desarrollarse en mi pie, pero no le presté atención porque no quería distraerme.
Después de la conferencia, salí a caminar y me di cuenta de que se había producido una curación completa. Sin embargo, no había requerido ningún esfuerzo de mi parte, ninguna lucha mental intensa, ninguna batalla difícil con el error. Era simplemente el efecto natural del Amor divino operando en la consciencia humana.
Estoy infinitamente agradecido por esta experiencia que me mostró cómo el amor de Dios nos alcanza y nos sana. Ninguna batalla mental es necesaria para experimentar el poder sanador del Amor. Solo tenemos que estar abiertos a aceptar la gracia de Dios.
Roderich Römhild
Kiel, Alemania
