Las batallas de la opinión pública en todo el mundo parecen ser cada vez más fuertes; no obstante, ¿será posible tener un diálogo más constructivo? En los Estados Unidos, donde vivo, los dos principales partidos políticos con frecuencia se identifican por el color azul para un partido y rojo para el otro. En medio del enconado clima político actual, he estado pensando, metafóricamente, en el morado. Sí, un morado intenso y profundo, la mezcla armoniosa de rojo y azul que para mí representa la idea de conversaciones más productivas sobre temas importantes.
Estoy agradecida porque en mis pequeños círculos sociales están apareciendo parches morados a medida que las fracturas que nos dividen se van unificando. Manifestaciones de humildad y esperanza e incluso señales de paz y confianza están saliendo a la superficie, mientras se acallan las opiniones duras. La rivalidad es reemplazada por la colaboración, dando mejores resultados. ¡Ese es el morado para ti!
Voy a dar un ejemplo. Durante muchos años estuve conectada con un grupo donde las opiniones fuertes provocaban mucha disfunción. La crítica de cada lado oscurecía las buenas intenciones de ambos lados, lo cual generaba mala voluntad y que todos estuvieran a la defensiva. Era terriblemente desagradable y contraproducente, y era fácil ser atraído por ese ambiente.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!