Me gustaría expresar gratitud a Dios por una curación especial que mi hija menor tuvo hace muchos años.
Conforme a lo que requiere nuestro sistema escolar, cada año la llevaba al médico para un chequeo anual. Después de un examen, el médico dijo que parecía que mi hija tenía la columna vertebral torcida, y que en algún momento la tendría que llevar a que la examinara un especialista. Pero nunca hubo ninguna presión para hacer esto, y poco después nos mudamos a otro estado.
Al año siguiente llevé a nuestra hija a otro pediatra, puesto que el nuevo estado también requería un chequeo anual. Después de examinarla, el médico escribió una prescripción para que le hicieran una radiografía.
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