Me gustaría expresar gratitud a Dios por una curación especial que mi hija menor tuvo hace muchos años.
Conforme a lo que requiere nuestro sistema escolar, cada año la llevaba al médico para un chequeo anual. Después de un examen, el médico dijo que parecía que mi hija tenía la columna vertebral torcida, y que en algún momento la tendría que llevar a que la examinara un especialista. Pero nunca hubo ninguna presión para hacer esto, y poco después nos mudamos a otro estado.
Al año siguiente llevé a nuestra hija a otro pediatra, puesto que el nuevo estado también requería un chequeo anual. Después de examinarla, el médico escribió una prescripción para que le hicieran una radiografía.
Yo asistía regularmente a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, estudiaba semanalmente las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y oraba fervientemente por esta situación. Mi esposo no es Científico Cristiano y quería concertar la cita para que le hicieran a nuestra hija la radiografía de la espalda. No obstante, yo había tenido muchas pruebas del cuidado y el poder sanador de Dios a lo largo de los años, y sabía que seguiría orando.
Después de que el técnico le tomó la radiografía y la reveló, dijo que mostraba que nuestra hija tenía escoliosis y que debían enyesarle el cuerpo completo para poder enderezarle la columna vertebral. Él iba a enviarle la radiografía al médico.
Oré pensando que Dios creó a Su hija recta, pura y libre, como Mary Baker Eddy afirma en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La gran verdad en la Ciencia del ser de que el hombre verdadero era, es, y siempre será perfecto, es incontrovertible; pues si el hombre es la imagen, el reflejo, de Dios, no está invertido ni subvertido, sino que es recto y semejante a Dios” (pág. 200).
Cada vez que pensaba en nuestra hija, declaraba que había sido creada a imagen y semejanza de su Padre celestial, Dios. Comprendí que la creación de Dios es perfecta, como la Biblia nos dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1: 31). Afirmé que nuestra hija era una amada idea espiritual de la Mente divina y que no necesitaba una solución material para sanarla. Ella ya era recta como Dios la había hecho. Estaba libre para moverse sin restricciones.
Continué orando, y todo el temor se desvaneció. Literalmente no pensé que ella estuviera restringida en ninguna manera. Ella no era solo mi hija, sino la preciosa hija de Dios. Mientras tanto, mi hija nunca tuvo ningún dolor ni dificultad por su espalda, así que no hablábamos sobre eso. Pero a menudo conversábamos acerca de Dios y lo que ella estaba aprendiendo en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Cuando esta hija estaba en la escuela secundaria, la enfermera de la escuela examinó a todas las niñas buscando detectar signos de escoliosis. Después de revisar a mi hija, dijo que su espalda estaba perfecta. Cuando se me informó de esto, recordé los rayos X que se habían tomado y me pregunté qué les había sucedido, ya que nunca fui contactada por el médico.
Mi hija se convirtió en una atleta sobresaliente, y ganó la medalla de oro por salto de altura en las finales estatales. También ha ganado varias medallas en carreras e incluso ha corrido maratones. ¡Gloria sea a Dios por Su poder protector y sanador!
Geraldine Johnson
Tequesta, Florida, EE.UU.
