Muchas personas sienten que es importante orar por el gobierno y el liderazgo. Pero ¿cómo lo hacemos? Y dada la magnitud y complejidad de los temas entre manos, ¿podemos realmente esperar que nuestras oraciones sean eficaces?
Ananías, uno de los primeros cristianos de Damasco, debe de haberse hecho preguntas como estas cuando Saulo de Tarso vino a su ciudad “respirando… amenazas y muerte” contra los miembros de la nueva fe (véase Hechos 9:1-20). El sumo sacerdote judío le había dado autoridad a Saulo para que los apresara y los metiera en prisión.
Sin duda, Ananías y los otros cristianos estaban orando para ser protegidos, así como haciendo todo lo posible para eludir a Saulo. Entonces el Señor se le apareció a Ananías y le dijo: “Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora”. Aquí la frase “el Señor” significa el Cristo, o la Verdad; el mensaje de Dios a la humanidad. Dios estaba mandando a Ananías a que fuera a encontrarse con Saulo.
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