Tal vez hayas escuchado decir: “¡Tus oraciones son muy limitadas!”. Para mí, esto tiene un doble significado. No solo impulsa a la gente a aumentar su confianza en Dios y pedir más, sino que implica que es necesario ampliar el lugar designado para la oración en la vida.
Cuando estaba en séptimo grado, a menudo me preguntaba si siquiera importaba que yo existiera. Algunas personas en mi escuela tenían talentos brillantes y muy particulares. En mi limitada perspectiva de la vida en aquel tiempo, no podía ver ni una sola cosa que yo pudiera ofrecer. Me sentía contento de saber que esas otras personas harían claramente una importante contribución al mundo. No obstante, estaba seguro de que mis oraciones acerca de mi propio potencial y capacidades eran muy limitadas.
Un día, después de haber estado orando con cierto pesimismo durante algunos meses, una amiga compartió conmigo la idea de que nuestro verdadero propósito en la vida es mostrar cómo es Dios. Esta amiga era Científica Cristiana y realmente parecía tener una buena comprensión. Estaba muy segura de sus capacidades. Cuando le pregunté al respecto, ella citó a Jesús: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19). Me explicó que no estamos desamparados, con valores y talentos personales limitados. Más bien, por ser una creación de Dios, cada uno de nosotros ha sido formado para hacer una cosa: representar al Padre. Ella dijo: “La totalidad de Dios me respalda, y mi potencial para lograr lo que sea se encuentra completamente dentro de la infinita bondad y capacidad de Dios”.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!