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Original Web

Sana de parálisis

Del número de abril de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de noviembre de 2019 como original para la Web.


Hace poco más de un año, mi equilibrio y libertad de movimiento se vieron seriamente impedidos; no obstante, yo sabía que podía aplicar los hechos espirituales absolutos para revertir el aparente impedimento y sanar de forma permanente.

Razoné que soy la imagen espiritual del Dios perfecto, y las circunstancias materiales no pueden tocarme, y nada puede impedirme realizar Su trabajo como practicista de la Ciencia Cristiana. Comprendí que el Dios omnipotente, quien es infinito y es Todo, no podía tener opositores. Oré para conocerme a mí misma no como un mortal que envejece, sino como Dios me conoce: Su idea perfecta, eterna, individual y verdadera. Le pedí a un practicista de la Ciencia Cristiana que me diera tratamiento por medio de la oración en la Ciencia Cristiana.

Los días que siguieron, apreciaba los pensamientos angelicales que me venían y a cada momento me guiaban para saber cómo debía continuar atendiendo mis necesidades personales. Como tenía expectativa de bien y me sentía segura en la presencia de Dios, continué caminando y moviéndome a diario, aunque esto requería esfuerzo, concentración y precaución. La parálisis en mi lado derecho me impedía conducir el auto o escribir con claridad, y me resultaba muy difícil cocinar mis comidas y vestirme. Descansaba cuando era necesario, continuaba afirmando la verdad y negando el error, estudiaba la Biblia, así como Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y leía testimonios de curación de la Ciencia Cristiana.

Si bien las temperaturas locales eran de más de 38 grados centígrados durante el día, caminaba con cuidado para ir a almorzar en nuestro centro local para personas mayores. Me sentía sostenida por el Amor divino.

Después de un par de días, mi preocupación de que podría necesitar ayuda externa me impulsó a comunicarme con mis hijos y contarles lo que me estaba pasando. Me instaron a pedir un diagnóstico médico. Oré profundamente para saber que Dios tenía el control, y que la armonía, la paz y la unidad, basadas en el Principio espiritual, eran constantes en mi familia. No quería simplemente ceder a las opiniones y temores de otras personas, y continué confiando mi bienestar a Dios y Su verdad.

Uno de mis hijos, que vive en el exterior, y me había estado llamando todos los días para ver cómo estaba, insistió en que no condujera el auto por una semana por lo menos, para estar a salvo en la carretera. Le dije que le pediría a una amiga que me recogiera para ir a la iglesia. Yo estaba muy agradecida por la gracia de Dios, que me capacitó para cumplir con mi responsabilidad como Segunda Lectora en el servicio religioso del domingo sin que nadie notara nada diferente.

El cuarto día, pude regocijarme al ver que todos los síntomas habían desaparecido. Estaba sana y pude reanudar todas mis actividades normales. Sin embargo, mi hijo programó un viaje para venir a visitarme, aunque le dije que estaba bien. Conversó mucho conmigo, contándome de su preocupación de pensar que podía tener una recaída y yo había decidido manejarlo por medio de la Ciencia Cristiana sin ir a una sala de emergencias. Lo escuché orando y pensando detenidamente en lo que me decía él, así como otro hijo quien me comentó lo mismo. El hijo que me vino a visitar me llevó con el auto en un viaje de cinco horas a mi reunión de asociación de alumnos de la Ciencia Cristiana. Nos quedamos con el otro hijo, y ambos observaron que yo estaba activa y desenvolviéndome con toda normalidad. Por lo tanto, se tranquilizaron respecto al tratamiento que había elegido.

Desde esta curación, me regocijo y doy gracias cada día por tener continua libertad de movimiento y equilibrio. He descubierto que cada curación construye sobre el fundamento de las anteriores. Cada curación expande nuestra percepción del poder y la presencia del Cristo, la Verdad, el cual es totalmente capaz de destruir el error de la enfermedad y probar la autoridad que Dios nos dio de ser libres.

Estoy muy agradecida por el Espíritu, Dios, que me sostuvo; por Cristo Jesús y el evangelio que él enseñó y demostró; por Mary Baker Eddy y la comprensión espiritual del evangelio que ella puso a disposición de todos; y por el amoroso tratamiento de la practicista.

En Ciencia y Salud leemos: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios, una comprensión espiritual de Él, un amor abnegado” (pág.1). Esta curación, fue muy importante para mí, y fortaleció aún más mi reconocimiento de que todas las cosas son posibles para Dios.

Prudence Carr
San Francisco, California, EE.UU.

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