Cuando, entre espinas y rosas
la gratitud, presurosa e incontenible
por tu mejilla haga una lágrima rodar,
observa cómo
viendo entre espinas un capullo brotar
el Amor sabiamente tus pasos guiará.
Entre agudas espinas habita la rosa
que mira sin temor a la espina engañosa,
porque no hay espinas en las rosas,
solo el falaz error es espina dolorosa
que pierde el aguijón al lado de la rosa.
¡Hermana, hermano!
dame tu mano y juntos caminemos
por el Jardín del alma… en reposo,
donde el Amor, disolviendo espinas
hace florecer inmaculadas rosas.
Nelly E. González
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