A principios de este año, durante varias semanas, me despertaba por las noches con mucho miedo; preocupada por mi futuro y temores debido a diferentes problemas. No lograba calmar mi pensamiento ni orar. Y a pesar de que me sentía muy cansada, me resultaba imposible volverme a dormir durante varias horas.
Esas noches sin dormir hacían que me fuera difícil estar alerta y con energía durante el día. Sabía que necesitaba encontrar una forma de reemplazar esos pensamientos de preocupación con otros llenos de paz, y volver a descansar tranquila; y la oración era la forma obvia de hacerlo.
Al estudiar la vida y los escritos de Mary Baker Eddy, me encontré con esta cita de su autobiografía: “...si os dormís, realmente conscientes de la verdad según la Ciencia Cristiana —es decir, que la armonía del hombre es tan inviolable como el ritmo del universo— no podréis despertar con temor o sufrimiento de ninguna clase” (Retrospección e Introspección, pág. 61). Esto me dio la certeza de que la oración me daría la paz que estaba buscando. Poner esto en práctica quería decir eliminar de mi pensamiento todo aquello desemejante a Dios, poner a un lado los temores y confiar en Su protección infinita.
Comencé a orar cada noche para abandonar todos los pensamientos desemejantes a Dios, y tranquilizarme con la certeza de que Su omnipotencia gobernaba mi experiencia.
Después de orar de esta forma tan solo unos días, dejé de despabilarme en medio de la noche, y pude dormir tranquila y despertarme por la mañana renovada y llena de buenos pensamientos. Desde entonces, cuando ocasionalmente me despierto por la noche, mi mente está siempre en paz, y puedo fácilmente pensar en el amor de Dios y volverme a dormir rápidamente.
Rachel Hanson
Ciudad de Washington, EE. UU.